Ayer fue un día triunfal para la televisión y la moral del Ejército iraquíes. Mientras recibían noticias de cómo se estaba repeliendo al enemigo en las ciudades del sur del país, los más de 22 millones de habitantes de Irak pudieron ver las imágenes cedidas por la televisión Al Yazira de cinco prisioneros norteamericanos, entre ellos una mujer. Las protestas por la emisión no se hicieron esperar. Tanto el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, como el primer ministro británico, Tony Blair, aseguraron que constituía "una violación de la Convención de Ginebra", norma internacional que rige para los prisioneros de guerra de todo el mundo. Bush pidió trato humanitario: "Lo mismo que hacemos nosotros".
MÁS INFORMACIÓN
El Gobierno iraquí informó de que capturó a los cinco soldados en Nasiriyah, donde aseguran haber dado muerte a otros 25 soldados. Mostraron imágenes de al menos cuatro cadáveres de supuestos soldados aliados.
El entrevistador de Al Yazira preguntaba a los prisioneros en un inglés que apenas podían entender los marines: "¿Cuál es tu nombre? ¿Dé qué país eres, qué ciudad, qué unidad? ¿De dónde venías?". Y los soldados, con el miedo en los ojos, iban contestando uno a uno. "Me llamo Héctor. Soy de Tejas. Vengo de Kuwait". Uno de los militares declaró que estaba en Kuwait obedeciendo órdenes y otro dijo: "me han ordenado disparar sólo en el caso de que me dispararan antes". A la pregunta de si los iraquíes le habían recibido "con flores o con fusiles", un tercer marine se negó a responder aduciendo no entender.
Los partidos de fútbol de la Liga española, que cada domingo se retransmiten en el canal dedicado a los deportes, ayer no acapararon la audiencia. Este canal es casi imposible de sintonizar desde el inicio de la guerra. A cambio, el primer canal iraquí ofreció conexiones en directo con lo que parecía también una competición deportiva: imágenes de multitudes buscando a dos pilotos británicos que supuestamente habían caído a las orillas del Tigris, tras ser abatido su avión o helicóptero, cosa que aún no se había aclarado ayer.
La búsqueda comenzó a la una de la tarde, hora española, cerca del centro de prensa desde donde cada día cientos de periodistas transmiten sus imágenes y cerca también del hotel Almanzor, que ocupan muchos periodistas. "De pronto, los empleados del hotel empezaron a buscar en el jardín", recuerda un periodista anglosajón. "Decían que Sadam Husein había prometido recompensas millonarias a quien lograse entregar a los soldados enemigos. Y la búsqueda era frenética".
En efecto, Sadam Husein había prometido antes del inicio de la guerra una recompensa de cien millones de dinares (33.000 dólares) a quien derribase un avión. La mitad del dinero si se trataba de un helicóptero. Y la cuarta parte a quien capturase o diese muerte a un militar estadounidense o británico.
Del hotel, el rastreo se extendió al río. Y ya eran cientos de niños, muchachos y hombres los que perseguían a los supuestos paracaidistas. Unas cinco lanchas de buzos y soldados que disparaban al agua rastreaban el Tigris entre dos puentes. En la orilla, los soldados incendiaron los cañaverales. Varios civiles y milicianos se echaron al agua sin ropa de baño mirando entre el lodazal. Cientos de jóvenes buscaban entre la maleza, entre desperdicios como una cajetilla de cigarrillos, una esponja, un envase de yogur, una bota de niño, cualquier rastro.
Desde un puente del Tigris, los curisosos contemplaban lo que pasaba. La circulación se congestionaba en cualquiera de los puentes desde los que se avistaba la escena. Aquello era una mezcla de fiesta y de competición. Tan pronto podía verse a un soldado mojado y con una hoz en la mano como a críos desbocados que corrían, tropezaban, volvían a levantarse y seguían buscando o esperando que otros no encontraran a los militares occidentales. Los soldados, en las barcas, disparaban al agua, y los que custodiaban la orilla cuidaban de que no hubiese ninguna cámara rondando los puentes.
El de ayer fue un día soleado, pero con poco sol. El humo acumulado de dos días seguidos ha hecho pensar que las máscaras antigás que tanto se han repartido entre periodistas para un posible ataque químico tal vez sean necesarias dentro de varias semanas para respirar aire puro.
Mientras la búsqueda se prolongaba, los bombardeos de los aviones británicos y estadounidenses continuaban a plena luz del día. Los coches procuraban pasar a toda prisa los puentes ante el temor de que fuesen blanco de los cazas, pero todos los puentes del Tigris continúan intactos. Al cierre de esta edición aún no se sabía claramente si alguno de los pilotos había sido capturado.
Mientras, en Estados Unidos, tras días de informaciones sobre el triunfal avance de sus soldados, los norteamericanos recibieron con sorpresa la noticia de que varios de sus soldados habían muerto o sido capturados por fuerzas iraquíes en las inmediaciones de Nasiriyah, informa Ricardo Martínez de Rituerto. El Pentágono se movilizó de inmediato para controlar lo que transmitía la televisión en EE UU, que sólo a primera hora de la tarde mostró alguna imagen fija poco esclarecedora. George Bush pidió trato humanitario para los capturados. "Igual que nosotros tratamos a los suyos", dijo.
Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, señaló que la presentación de los prisioneros en la televisión violaba la Convención de Ginebra, "que dice que es ilegal mostrar prisioneros en televisión y humillarlos", aseguró. El Pentágono pidió a la cadena Al Yazira que no volviera a emitir las imágenes, tras verlas en circuito cerrado, al igual que las restantes cadenas, que no las emitieron. A los telespectadores sólo se les anunció que eran impresionantes, antes de realizar una somera descripción de lo que contenían, en la que se hizo notar que los cadáveres exhibidos de los soldados estadounidenses parecían tener disparos en la cabeza.
También el primer ministro británico, Tony Blair, aseguró que la retransmisión de imágenes constituye "una violación flagrante de la Convención de Ginebra".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de marzo de 2003