Señor Acebes, señor Aznar: ni ustedes ni ninguno de sus colegas del PP participaron en las manifestaciones antifranquistas. Tampoco están en las calles protestando contra esta guerra cruel. O a ustedes les mienten, o ustedes mienten, o ambas cosas. No hubo ninguna provocación de los manifestantes cuando se produjo la primera carga policial en Madrid, en las intersecciones de Gran Vía y Montera. Yo estaba precisamente allí. Miles de personas avanzaban pacíficamente cuando se produjeron las provocaciones policiales. Sólo la suerte y la relativa calma de los manifestantes pudieron evitar una tragedia, cuando miles de personas retrocedieron aterrorizadas. Entre ellos había jóvenes, pero también mayores y niños, que gritaban y lloraban.
Ustedes no han participado jamás en ninguna manifestación y por ello no saben cómo se extienden el miedo, la rabia, el pánico y el odio cuando una multitud pacífica es injustamente hostigada. A ustedes, que están apoyando una guerra injusta, una Hiroshima dosificada, les duele que haya millones de personas en la calle, en muchas ciudades del país. Saben también que Madrid es un referente en estas marchas y por ello intentan diezmar estas manifestaciones, ignorándolas primero, desprestigiándolas luego y acosándolas después.
Más vale que ustedes se lo piensen bien. Las calles están tomadas por ciudadanos pacíficos que hemos sido llevados por ustedes a la guerra y que ejercemos nuestro derecho a la protesta.
Les aclararé que tengo casi cincuenta años y soy profesor. Les felicito por su pedagogía de la pelota de goma. Con su violencia y su cinismo están consiguiendo que cientos de miles de jóvenes sientan la misma repugnancia que hace treinta años sentimos ante el franquismo. No les van a votar. Después de todo, tienen ustedes el mismo rostro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 25 de marzo de 2003