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Crónica:BALONCESTO | SEMIFINAL DE LA COPA ULEB

El Pamesa despide al Estudiantes

El cuadro valenciano, finalista tras resistir a un gran rival

Lo tuvo cerca. Mucho. Hasta 15 puntos de ventaja llegó a acumular Estudiantes. Le bastaba con 13 para empatar. Lo tuvo cerca, vaya que sí. Pero ocurrió que el cuadro colegial se empequeñeció en el tramo final, al que llegó columpiándose en un marcador que le glorificaba (62-47) y del que salió con la cabeza gacha.

ESTUDIANTES 75 - PAMESA 68

Estudiantes: Azofra (5), Jansen (14), Jiménez (9), Reyes (6), Keefe (11) -cinco inicial- Loncar (15), Brewer (11), Gabriel (3), Vidaurreta (1).

Pamesa: Rodilla (5), Kammerichs (10), Luengo (3), Oberto (19), Tomasevic (7) -cinco inicial- Hopkins, Paraíso (4), Montecchia (9), Robles (6), Asier (5).

Árbitros: Pitsilkas, Jubcic y Aitcheson.

Vuelta de las semifinales de la Copa ULEB (68-55 en la ida). Jugarán la final el Novo Mesto, esloveno, y al Pamesa. La ida será el 15 de abril en Eslovenia y la vuelta el 24 en Valencia.

La tarea se las traía. Recuperar 13 puntos a uno de los mejores equipos que pueblan el baloncesto español está al alcance de muy pocos. Corría el minuto cinco del tercer cuarto, el 25 de partido, y el Palacio de Vista Alegre reventó de júbilo. Brewer acababa de encestar y el marcador enseñaba la cifra mágica: 13 puntos de distancia. Ésa era la ventaja de Estudiantes, la misma que en el partido de ida había logrado el Pamesa.

Dado que el Pamesa es, sencillamente, un equipazo, la proeza del conjunto estudiantil se antojaba espectacular. Ya el domingo pasado, como si de un aperitivo se tratara, el cuadro del Ramiro había destrozado al Barcelona, al que aplastó venciéndole por 28 puntos. La de ayer era una tarea aún más complicada. Porque de un tiempo a esta parte al Pamesa le cabe el honor de ser el peor enemigo del Estudiantes. En sus 13 últimos enfrentamientos había ganado el cuadro valenciano. Trece, trece...Ésa era la cifra mágica.

Pero durante muchos minutos pareció que los colegiales no llegaban. Se acercaban, sí, casi empujados por el ensordecedor griterío del público. Reaccionaba el equipo de Olmos, que se agarraba a Oberto para detener cada empujón estudiantil.Pero, en cuanto en el marcador aparecieron esos 13 puntos deseados, Estudiantes se paralizó. No supo qué hacer. ¿Tocaba seguir con aquel ritmo frenético o sería mejor detener el partido, sosegarlo? No hizo ni lo uno ni lo otro. Ni corrió ni mantuvo la calma. Comenzó a precipitarse y a fallar desde la línea de tiros libres. El Pamesa sí que se manejó de miedo. Movió el balón, una y otra vez, esperando que en la zona alcanzaran la posición Oberto y Tomasevic. Éste, aún lesionado, demostró quién es en los instantes finales y el sueño de Estudiantes pasó a mejor vida. El Pamesa jugará la final aunque, visto lo visto, la verdadera final se jugó ayer en el madrileño barrio de Carabanchel.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de marzo de 2003