Hristo Stoichkov provocó ayer en Washington a sus 37 años, durante un encuentro amistoso, la que él mismo consideró, afligido, como la peor lesión de su larga carrera futbolística tras casi dos décadas como profesional. Stoichkov, que ejerce actualmente como jugador y segundo entrenador de los D.C. United, le clavó los tacos a un rival de 19 años que le intentó disputar un balón perdido. El adversario acabó en el hospital con la tibia hecha puré. Stoichkov y su equipo han pedido todo tipo de disculpas.
El encuentro era uno más de los muchos programados esta pretemporada por los D.C. United para coger la forma antes del inicio de la Liga. La exhibición de ayer ante el American University acababa casi de empezar. Los D.C. se adelantaron en el marcador en el minuto seis y empataron los universitarios en el diez. Y 25 segundos después de sacar de centro tras ese gol, Stoichkov se empeñó en pelear un balón de nadie con el medio Freddy Ángel Llerena-Aspiazu. Llerena llegó antes. Stoichkov calculó mal con los pies por delante y le clavó los tacos de su bota a la altura de la tibia de su pierna derecha. La entrada fue pavorosa y tanto los jugadores como los entrenadores de ambos equipos se quedaron consternados. Stoichkov fue expulsado pero luego el partido se suspendió, en principio, hasta la semana que viene.
Llerena fue trasladado en ambulancia al hospital Sibley, a las afueras del distrito. Los médicos le insertaron un clavo de diez centímetros y no temen por la futura carrera futbolística del chaval, que tiene sólo 19 años.
Stoichkov fue inmediatamente consciente del daño que había causado. Lloró aún sobre el terreno y luego, todavía conmocionado, se disculpó: "Siento mucho este incidente. Es la primera vez que algo como esto me ocurre en mi carrera. Quiero ofrecer mis más sinceras disculpas tanto al chico como a su familia y a sus compañeros. Rezaré a Dios para que tenga una rápida recuperación". El entrenador titular de los D.C. United, Ray Hudson, expresó la misma preocupación en nombre de la entidad y aseguró que Hristo no había tenido ninguna mala intención con su brutal entrada. La calificó de "terrible accidente".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de marzo de 2003