El juicio contra Volkert van der Graaf, de 33 años, presunto asesino del líder ultraderechista holandés Pim Fortuyn, abatido a tiros el 6 de mayo del año pasado, empezó ayer en Amsterdam con fuertes medidas de seguridad.
Acusado de premeditación, amenazas contra el chófer de la víctima y posesión de armas y explosivos, el reo ha admitido los hechos y ha asegurado que la víctima era un peligro para la sociedad. Por eso, ha dicho, tuvo que liquidarle. El estado mental de Van der Graf será también analizado por el tribunal para ver si es una circunstancia atenuante.
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Aunque ya había declarado que no repetiría el asesinato si pudiera dar marcha atrás, Van der Graaf dijo ayer que las ideas radicales de Fortuyn quebraban la armonía social y eso era un peligro. "Me sentí responsable ante una figura cada vez más poderosa. No me quedó más remedio que disparar", aseguró.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de marzo de 2003