Aunque éste no parece ser un buen momento para mirarnos el ombligo, ya que tenemos cosas mucho más urgentes e importantes que hacer, como por ejemplo intentar protestar, reclamar y gritar, si nos dejan, claro, que no queremos ver a nuestro país en una masacre tal como la guerra de Irak, quiero también expresar mi opinión respecto a artículos tales como el del día 12-3-03, en el cual nos explican cómo la contaminación del río Segura a su paso por Murcia puede afectarnos de una manera tan directa y tan seria nuestra salud. Todos los consumidores de frutas y verduras, entre los que me encuentro, estamos en peligro de no sé cuántas cosas por el mero hecho de consumirlas.
Suena a paradójico, pues uno se pregunta: ¿para qué sirven tantos controles sanitarios, análisis e informes técnicos? ¿Alguien puede garantizar de una manera seria y fehaciente lo que comemos? ¿En manos de quién están este tipo de decisiones y responsabilidades?
Me siento estafada; no sé quién les ha dado el derecho a jugar con mi salud y la de mis hijos; tampoco sé si pagarán por ello, ni tan siquiera si llegarán a depurar responsabilidades.
Lo único que sé es que cada vez me dan menos confianza y más miedo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de marzo de 2003