Gracias, maestro, a tu señora Patricia y a tus hijas, por esa alternativa y ese pase de corazón de los medicamentos a la felicidad que, en la mañana del domingo 23 de marzo, en la plaza de toros de tu finca Majavieja supisteis brindar a esos pequeños crónicos del área de Pediatría del Hospital Virgen Macarena.
En nombre de todos ellos, de sus familiares y en el mío propio, gracias. Gracias una vez más por esa amabilidad, sensibilidad y desinteresada colaboración mostrada en todo momento hacia ellos. Va por ti y los tuyos. Olé.—
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de marzo de 2003