En estos días trabajar en las proximidades del Congreso se ha convertido en una desgracia. Yo tengo la "desgracia" de trabajar muy cerca, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Por ello, desde hace más de un mes, estoy obligada a soportar los cercos policiales, en todas las calles adyacentes, durante cada una de las comparecencias de Aznar. El estupor de los primeros días se ha transformado en indignación cuando hoy mi acreditación no ha sido suficiente ("en estos días no se puede uno fiar de nadie") y me han tenido deambulando, de una calle a otra, durante 20 minutos hasta que por fin me han "creído" y he podido pasar. ¿Habrá influido el hecho de que llevara un cartel de "No a la guerra"? ¿Por qué otros cortes de "calzadas importantes" son ilegales e incluso merecedores de la intervención desmesurada de los antidisturbios y estos cortes continuos no?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de abril de 2003