El valiente y solidario ofrecimiento de presentarse en las listas electorales del PP y PSE, ambos objeto del fuego asesino de ETA, hecho por cuatro sacerdotes vascos, ha tenido una buena acogida en las filas constitucionalistas. Pero me pregunto ¿por qué cuando, hace un mes más o menos, los portavoces de Elkarri anuncian un similar apoyo solidario a las listas de cualquier partido que tuviese problemas a la hora de completarlas, no obtienen la misma complacencia? ¿Acaso porque, de haberlo hecho, se habría desmontado gran parte del discurso constitucionalista, democrático, tolerante e ilustrado? ¿Quizá porque no es posible mantener, por una parte, la tolerante acusación de inconstitucionalidad del proyecto Ibarretxe, y al mismo tiempo aceptar el ofrecimiento de una asociación civil que cree que el plan Ibarretxe es perfectamente constitucional? ¿Será por miedo al contagio ideológico, o por miedo al empleo del racionalismo ilustrado en el debate y confrontación de ideas y opiniones?
También puede ser porque, de haber aceptado el ofrecimiento de Elkarri, habrían aceptado una manera ilustrada de hacer política, la del diálogo y el respeto al adversario, la de usar el raciocinio para buscar soluciones, y no para complicarlas más y tergiversarlo todo con una impúdica falta de respeto a la inteligencia de la ciudadanía vasca.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de abril de 2003