"El alcalde pide a Cristo y a la Virgen de la Paz que termine la guerra", reza el titular de un periódico local el 31 de marzo pasado acerca del pregón que dio Francisco de la Torre.
Que sepamos, el señor alcalde de Málaga no ha renegado públicamente de la política de su partido, tan a favor de la guerra como los republicanos americanos, ni tampoco se ha desmarcado de la política de su presidente, al revés, ha cerrado filas en torno a Aznar sabiendo que es una de las tres personas en el mundo que más esfuerzos ha hecho para que esta guerra se produzca y uno de los tres que fue a las Azores a declararla. ¿Por qué poner a la Virgen y a Cristo en este aprieto, cuando el responsable directo de esta masacre es su presidente de partido? ¿No sería más honrado y más cristiano pedírselo públicamente a Aznar?
Tenemos que deducir de sus palabras y de su actitud contraria que Francisco de la Torre Prado está a Dios rogando y con el mazo dando y haciendo una fingida teatralización electoralista de su fervor religioso.
Ante esta evidencia, concluimos que los oyentes que aplaudieron semejante ofensa a la verdad y a la inteligencia deben pertenecer a la Real Cofradía de la Estupidez y/o al PP, que patrocina y apoya incondicionalmente el holocausto que el sufrido pueblo iraquí está padeciendo.
Por terminar con su misma plática cristiana, no sea Judas, don Francisco. Su Santidad el Papa ha calificado esta invasión de inmoral e injusta. Y, en la medida que ustedes han ignorado a la UE y actuado al margen de la ONU, es también unilateral, antidemocrática e ilegal. Por todo ello, señor De la Torre, tanto en el otro mundo como en éste, serán juzgados y condenados por el Tribunal Internacional de crímenes de guerra todos los que han provocado, apoyado y mantenido este nuevo genocidio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de abril de 2003