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Crítica:FLAMENCO | X CUMBRE DE MURCIA

La magia del flamenco catalán

Los catalanes. Se puede hablar ya de una escuela catalana de flamenco que aporta magia a este arte. Y Mayte Martín es paradigma de ella. ¿He dicho ya que canta como los ángeles? Lo digo una vez más. La vidalita fue una delicia para paladares exquisitos. No estamos acostumbrados a cantes así, tan dulces, tan ricos en matices, tan expresivos.

Mayte Martín es maestra en ellos, y en otras muchas cosas. Todo lo que huela a música de buena ley, boleros americanos incluidos, tiene en ella una artífice de rango excepcional. Por tonás se fue a la máxima grandeza, al cante estremecedor de arriba abajo. ¡Qué rico es el flamenco en voces tan colmadas de jondura! La petenera se olvida de su mal fario y en la queja de Mayte Martín es una nueva maravilla que no puede inspirar más que belleza, materializada en el baile armónico y cuajado de encanto de Belén Maya. Quien bailó asimismo la tarara, por alegrías, por siguiriyas.

X Cumbre Flamenca de Murcia

Cante: Mayte Martín. Baile: Belén Maya. Guitarras: José Manuel Caro y José Luis Montón. Violín: Olvido Lanza. Teatro Romea. Murcia, 3 de abril.

Estas dos mujeres han logrado un formato de espectáculo medido, sin grandes alharacas pero con una calidad intrínseca esplendorosa. Les secundan unos pocos catalanes más, que brillan a gran altura. Montón y Caro son dos guitarristas que llevan el cante y el baile con notabilísima eficacia. Todos ellos conforman una representación enormemente digna del flamenco que se hace hoy en Cataluña, que se puede codear sin demérito alguno con el mejor flamenco en uso. Hasta la patadita final por bulerías, muy elaborada y distinta a lo que hacen habitualmente en el género, tiene un encanto fuera de lo común. Los catalanes -estos catalanes- son distintos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de abril de 2003