En inequívoca señal de que la relación entre ambos es excelente, George W. Bush y Tony Blair se verán la semana entrante en Irlanda del Norte. La reunión, la tercera en apenas un mes tras las cumbres de las Azores y Camp David, se celebrará el lunes o el martes en un lugar todavía no hecho público de la provincia norirlandesa. La guerra, el proceso de paz en Oriente Próximo pero también el conflicto de Irlanda del Norte conformarán la agenda de la reunión. No está previsto que José María Aznar, presente en las Azores, acuda a este encuentro.
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El inesperado viaje de Bush a la isla de Irlanda supone su primer espaldarazo de envergadura a un proceso de paz hacia el que hasta ahora había demostrado cierto desapego y bastante pereza, a diferencia del activo y decisivo papel que desempeñó su antecesor en la Casa Blanca, Bill Clinton.
A las conversaciones sobre el Ulster se sumarán también el primer ministro de Irlanda, Bertie Ahern, y los líderes de los partidos firmantes del Acuerdo de Viernes Santo. La visita de Bush es un gesto de gran fuerza para forzar lo que desde hace semanas, si no meses, está buscando el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, que reconstruye así su relación con Washington tras los problemas creados por la presencia de militantes de su partido en territorio de la guerrilla en Colombia: el desarme definitivo del IRA y su declaración de que la guerra se ha acabado. En la cumbre de la semana entrante, Bush, Blair y Ahern lanzarán los acuerdos políticos que harán posible ese fin.
Carta a los iraquíes
Por otra parte, Blair ha decidido escribir una carta a los iraquíes. Está lista en su versión inglesa y en unos días estará traducida al árabe e impresa a razón de 60.000 ejemplares diarios, y tendrá tantos carteros como soldados de su Graciosa Majestad están desplegados en Irak. Con foto del primer ministro incluida, el texto pretende dar confianza a los iraquíes asegurando que la intervención sólo busca construir un Irak más seguro y próspero, que los soldados británicos marcharán lo antes posible y que esta vez Sadam Husein perderá el poder. La carta forma parte de los intentos de la coalición por lograr el apoyo de la población en las zonas ocupadas por los soldados de la coalición, que los vayan aceptando como liberadores y no como invasores y que pierdan el miedo a Sadam Husein.
La carta subraya que tras el conflicto el principal objetivo es construir "un Irak pacífico, próspero, que sea gobernado por y para el pueblo iraquí". "No por América, no por Gran Bretaña, no por Naciones Unidas..., sino por vosotros, el pueblo iraquí". Pero los iraquíes, escaldados de otras espantadas anteriores, no se fían y temen que a última hora EE UU pacte con Sadam y éste se quede en el poder. Por eso Blair les da garantías: "Prometemos que los acontecimientos de 1991 no volverán a ocurrir. Nos hemos comprometido a derrocar a Sadam. Y lo vamos a cumplir".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de abril de 2003