El otro día escuché en las noticias que un alto mando militar americano había pedido disculpas a las familias de los civiles iraquíes tiroteados en el puesto de control de Najaf. No puedo expresar el estupor que sentí. La desproporción entre las muertes de civiles inocentes, mujeres y niños, y el frío comunicado oficial pidiendo "disculpas" me indignan y me avergüenzan.
No puedo soportar la idea de pertenecer a un país cuya mayoría en el Parlamento no condena matanzas de inocentes y no respeta las resoluciones y la autoridad de la ONU. Yo, como ciudadana española, pido perdón, y, como madre, lloro y acompaño en el dolor a las madres, los padres y los hijos de los iraquíes que mi Gobierno mata con su silencio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de abril de 2003