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Reportaje:GUERRA EN IRAK | Las movilizaciones de protesta

Cacerolas contra la guerra

Miles de ciudadanos se suman a las 'caceroladas' nocturnas en las localidades valencianas contra la intervención armada en Irak

Las caceroladas nocturnas se han convertido en una expresión popular contra la guerra que desde hace unas semanas llena de ruido muchas ciudades valencianas, en las que miles de ciudadanos de todas las edades salen a los balcones o se asoman a las ventanas armados con los más diversos utensilios de cocina. El ruido suele empezar poco a poco, en torno a las 10 de la noche, que es la hora convenida. Se oye primero desde una ventana aquí, desde un balcón más allá, casi siempre en viviendas que tienen colgada una pancarta con el No a la guerra. Y así, el ruido va in crescendo, hasta convertirse en un clamor que inunda el barrio entero y que a veces va acompañado por apagones de luz. Y todo termina también poco a poco, hasta que al final, una media hora después de empezar, se hace el silencio y los participantes en la cacerolada vuelven a sus quehaceres, a sentarse de nuevo ante la televisión o a dormir.

El ruido va 'in crescendo' hasta convertirse en un clamor en el barrio

"Mientras en Bagdad suenan las alarmas, en Valencia, que suene el 'No a la guerra"

Colectivos de jóvenes, estudiantes, pacifistas y alternativos han sido en la mayor parte de los casos los impulsores de estas caceroladas, que en Valencia han sido organizadas también por la plataforma Campanya Valenciana contra la Guerra. El boca a boca, internet, carteles y mensajes de teléfonos móviles han sido las vías utilizadas para convocar a los ciudadanos a estas manifestaciones sonoras nocturnas. En algunos casos, grupos de jóvenes se encargan de llamar a la participación ciudadana: se reúnen en un punto convenido de su barrio, armados de cacerolas y otros objetos capaces de hacer ruido, para iniciar un sonoro pasacalle y recordar así a los ciudadanos olvidadizos o poco concienciados que ha llegado la hora. Entonces, dentro de las casas los vecinos se ponen en marcha, muchas veces empujados por los niños, que no quieren dejar escapar la oportunidad de hacer algo que habitualmente les está prohibido: provocar ruido. Entonces se empiezan a abrir ventanas y balcones y comienzan a aparecer ciudadanos pertrechados para hacer ruido. La mayoría echa mano de utensilios de cocina, aunque vale casi cualquier cosa. Es lo que debe pensar el joven de la calle de El Bachiller que sale a la terraza con un voluminoso trombón, con el que aporta a la protesta sonora contra la guerra

algo más que un granito de arena.

La plataforma ha convenido celebrar las caceroladas cada miércoles a las 10 de la noche. Pero en muchos barrios de Valencia, como el de Benimaclet o el de Ciudad Jardín, las cacerolas suenan casi cada noche. Son barrios cercanos a los campus universitarios en los que viven muchos jóvenes, en su mayoría estudiantes. En el caso de Ciudad Jardín, además de hacer ruido, los vecinos encienden y apagan las luces al unísono. El resultado, que ha ido mejorando con los sucesivos ensayos, es un extraño espectáculo de luz y sonido.

"El miércoles por la noche la población de Bagdad estará escondida y la ciudad volverá a estar bajo las bombas y los misiles otra vez. Y mientras en Bagdad sonarán las alarmas y las bombas, en Valencia queremos que se sienta la opinión de la gente, de la ciudadanía: el No a la guerra". Así convocó el colectivo Campanya Valenciana contra la Guerra la cacerolada del pasado miércoles en Valencia. Y el clamor se hizo notar en muchos barrios de la ciudad. La próxima cita de cacerolas es el miércoles día 9, víspera de la huelga de dos horas contra la guerra.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de abril de 2003