Bien mirado, lo más triste del Partido Popular no es que todos a una defiendan la postura de Aznar. Lo más llamativo es pensar que, si el presidente hubiese tomado otra determinación y apoyase la guerra de forma más moderada o simplemente se hubiera opuesto, todos, absolutamente todos en su partido, le seguirían a pies juntillas.
Quédese, señor Aznar, le queremos ver en las elecciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de abril de 2003