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GUERRA EN IRAK | El frente norte

Los norteamericanos paran el avance kurdo para evitar la reacción turca

Un general de 'marines' da la orden de frenar a sólo cinco kilómetros de la ciudad de Kirkuk

Washington ha detenido el avance de las milicias kurdas a unos cinco kilómetros de Kirkuk, la segunda ciudad del norte de Irak y capital de una importante región productora de petróleo. El general del cuerpo de marines Pete Osman dio personalmente la orden al mando de los peshmergas, según la prensa del Kurdistán iraquí, para evitar una reacción de Turquía. La prolongada campaña de bombardeos aéreos, que fueron especialmente intensos ayer en Kirkuk, no ha estado acompañada de un despliegue significativo de tropas y carros de combate de EE UU.

Washington ha detenido el avance de las milicias kurdas a unos cinco kilómetros de Kirkuk, la segunda ciudad del norte de Irak y capital de una importante región productora de petróleo. El general del cuerpo de marines Pete Osman dio personalmente la orden al mando de los peshmergas, según la prensa del Kurdistán iraquí, para evitar una reacción de Turquía. La prolongada campaña de bombardeos aéreos, que fueron especialmente intensos ayer en Kirkuk, no ha estado acompañada de un despliegue significativo de tropas y carros de combate de EE UU.

Precisamente esta falta de efectivos norteamericanos parece descartar la toma de los yacimientos petrolíferos del norte del país antes de la caída de Bagdad. Para los dirigentes kurdos, Kirkuk es una cuestión de principios. "Mi corazón está en Kirkuk", es el lema de la campaña nacionalista para reivindicar la incorporación de la ciudad, y de sus importantes reservas de petróleo, al territorio autónomo que intenta consolidar en un futuro Irak federal.

Masud Barzani, presidente del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), ha asegurado que los peshmergas (milicianos kurdos) no van a apoderarse de Mosul, a la que consideran como una ciudad con mayoría de población árabe, y que su presencia en las calles de Kirkuk sólo responderá a su reciente condición de "fuerzas militares de la oposición iraquí".

Tanto Barzani, como Yalal Talabani, líder de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), los dos líderes kurdos iraquíes más importantes y con una larga historia de rivalidades que siempre ha truncado cualquier proyecto común, no renuncian a tomar el control de las localidades abandonadas por las tropas iraquíes y por los habitantes árabes que sustituyeron a los originales pobladores kurdos, expulsados por el régimen de Bagdad durante más de 30 años de limpieza étnica.

Aunque evitan hablar de Kirkuk como nueva capital del territorio autónomo, los máximos dirigentes kurdos insisten en exigir el retorno de los "deportados" por Sadam Husein antes de negociar el futuro estatuto de la ciudad iraquí.

Estados Unidos ha logrado frenar a tiempo una incursión militar de Turquía en el norte de Irak que habría desencadenado una inmediata acción armada de los kurdos. Pero el Gobierno de Ankara observa con preocupación la ofensiva kurda, sobre todo en el frente de Kirkuk, hacia unos pozos de petróleo que pueden servir para financiar a un eventual Estado independiente.

Para el rígido sistema unitario defendido por los generales turcos, un proceso de autodeterminación en Irak resultaría un ejemplo inaceptable para los más de 12 millones de kurdos que viven en el sureste de Anatolia.

Mientras el frente se paraliza en Kirkuk, los últimos avances de las milicias kurdas se producen al norte de Mosul, la tercera ciudad más importante de Irak. Los peshmergas del PDK han tomado directamente el control de la ciudad de Ain Sifni (Yijan, en su denominación kurda), donde se agrupaban hasta ahora unos 80.000 kurdos, cristianos asirios y árabes. La mayoría de estos últimos dejó Ain Sifni junto con las tropas iraquíes.

En la cercana localidad de Faida, habitada por unos 20.000 kurdos, el Gobierno autónomo de Erbil ha enviado por primera vez a sus funcionarios para que se hagan cargo de la Administración local abandonada por el régimen de Bagdad, según informaba ayer la televisión kurda.

A la espera de la caída de la capital iraquí, los bombardeos masivos siguen siendo el eje central de la campaña militar estadounidense en el norte del país. En la noche del lunes al martes, las posiciones del Ejército en torno a Kirkuk fueron duramente castigadas por sucesivas oleadas de bombas lanzadas desde aviones B 52, según informaron los mandos de los peshmergas de la UPK a la agencia Reuters.

La estrategia militar de Estados Unidos parece cobrar ya forma en los mapas. Se trata de aislar Kirkuk y Mosul de Bagdad, para que los 125.000 soldados del norte no acudan a reforzar las defensas de la capital.

Mientras tanto, los intensos bombardeos debilitan día tras día la resistencia iraquí en una estratégica línea de defensa situada a lo largo de los 165 kilómetros de carretera que separan Mosul de Kirkuk.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 9 de abril de 2003