Gracias, Julio. Tu valentía y la de tus colegas en el frente son nuestros ojos, nuestros oídos, nuestra conciencia, nuestra dignidad. Vuestras noticias alimentan la voz de una mayoría que exige la paz, nuestra paz, y que reniega de los canallas y mezquinos que alientan esta barbarie ilegal, este terrorismo internacional. Descansa en paz.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 9 de abril de 2003