Jorge Oteiza fue un genio. En eso coinciden todos. Pero cada artista, cada político, cada institución social o cultural vasca de Euskadi y Navarra encontró ayer su forma de despedir emocionado a un artista inclasificable. Hubo grandes afirmaciones: "Es probablemente la figura más colosal de las artes plásticas españolas del siglo XX", dijo ayer el director de la Institución Príncipe de Viana, Juan Ramón Corpas, también miembro de la Fundación Jorge Oteiza, que gestiona la obra del artista vasco donada a Navarra. Pero también reflexiones más poéticas. "Admiro esa sensibilidad telúrica para alcanzar tan elevada expresión del misterio del aire, la humedad, el viento o el espíritu de las cosas", apuntó el pintor Antonio López.
Oteiza fue un hombre tan preocupado por lo metafísico como por lo terrenal. Vivió tan obsesionado por moldear el espacio como por comerse un buen plato de ostras o fumarse un puro. Incluso en estos dos meses en la Policlínica de Guipúzcoa pidió marisco para satisfacer su paladar. "Le gustaba el salmón, el chocolate o los purés de lentejas que le traía Begoña -la mujer que le cuidó estos últimos años-, desveló ayer su médico, Gabriel Zubillaga. El día en que dejó de ser caprichoso, todos, su familia y los doctores, tuvieron claro que se apagaba. "En los últimos días había perdido interés por las cosas terrenales y por el arte, que para él había sido su vida", confirmó ayer su hermano Antonio. "Estaba ya en otra dimensión de eternidad", aunque "con una clarividencia mental total" hasta hace cuatro días.
La muerte de Oteiza era esperada, pero dejó igualmente conmocionada a la sociedad vasca y a los representantes de todas las instituciones: desde el Gobierno vasco hasta los Ayuntamientos, pasando por la Universidad del País Vasco. Se fue el hombre, pero queda su legado, sus esculturas, poesías, proyectos arquitectónicos o ensayos. El Artium inaugura hoy una exposición de urgencia dedicada a su memoria, informa Txema G. Crespo. A la espera de que se presente la muestra antológica, la pinacoteca exhibirá cinco de las seis piezas que posee su colección, una carpeta de doce grabados y tres esculturas más cedidas por Caja Vital.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de abril de 2003