Se abre el libro y se conjura el agua. Su olor. Nace de la tierra después de la lluvia. Corre por el río y humedece la hierba de la orilla. Se instala en el mar que lo trae hasta la playa, más allá. Hay dos nombres: Orpe y Diemel, son ríos. El primero: oscuro, enemigo; el segundo: transparente y fresco. La infancia ligada a una memoria de pies descalzos, mojados, y a una leyenda familiar con el hombre del rastrillo que habita el río maligno. Así que lees y nadas.
Von Düffel (Göttingen, 1966) narra la historia de una fábrica de papel enclavada entre dos ríos -corazón entre arterias-. En toda acción hay latido del agua, ya sea un nadador extenuado, soldados prisioneros, el estruendo de dos guerras, un hombre que piensa en números u otro que tiene su mirada de pintor abandonada. O en el lisiado que pesca y en el combate de un pez con el sedal. También hay agua en una exquisita e inquietante escena de seducción: ocurre en la cocina y ella limpia truchas. Mientras, el lector anda descalzo y nota la humedad de la hierba y las algas se le pegan. Leer, seguir la corriente y nadar. Juntos el amor y el miedo al agua. La novela obtuvo en 1998 el Premio Ingeborg Bachmann.
DEL AGUA
John von Düffel.
Traducción de Helga Pawlowsky
Del Bronce. Barcelona, 2003
314 páginas. 21 euros
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de abril de 2003