Dice Empar Moliner en su artículo del pasado 5 de abril que "las autoras de la primera cacerolada, que fue en Chile, idearon este sistema de protesta por una cuestión lógica: tenían hambre y golpeaban sus pucheros porque estaban vacíos".
Es verdad, Empar, que las caceroladas se iniciaron en Chile tras la llegada de Salvador Allende a la presidencia del país, pero no fueron los hambrientos los que las iniciaron. En esa época, los que pasaban hambre no tenían ni cacerolas que golpear y lo que esperaban era poder llenar sus pucheros cuando las reformas de Allende se pusieran en práctica.
Las caceroladas las efectuaron las señoras de la high society como primer ataque al Gobierno de la Unidad Popular. Las mismas que tenían sus sótanos, armarios y congeladores atiborrados de toda clase de artículos y que acaparaban precisamente para provocar la escasez y el desabastecimiento.
No he participado en ninguna cacerolada contra la guerra porque evoco su nefasto y mezquino origen.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de abril de 2003