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Crítica:DANZA | RAMÓN OLLER

Sueño roto

La revisión de los clásicos es algo más que una moda. Se trata de la pervivencia obligada y activa de algunas obras patrimoniales. Ramón Oller ha incursionado varias veces este terreno (este verano estrenará Carmen en Perelada), y ahora hace un curioso y ambicioso espectáculo: mezcla el primer acto de Cascanueces y el segundo de El lago de los cisnes, con la inclusión de otros fragmentos de Chaicovski.

Hay en Congelado en el tiempo un humor sutil, invención y un trabajo no redondo, pero sí voluntarioso y original, aun aceptando su conexión con los trabajos precedentes de Mats Ek y Matthew Bourne sobre el Lago. Aun así, el tratamiento de Oller es diferente en el concepto y en lo estético, y tiene en nuestro medio la peculiaridad de reunir a los bailarines experimentados de su compañía con los miembros debutantes de un centro coreográfico, hasta conseguir la plantilla numerosa que necesita el montaje.

Congelado en el tiempo

C. Coreográfico de la Comunidad Valenciana y Compañía Metros. Coreografía: R. Oller; música: Chaicovski; escenografía: J. Simón y M. Zuriaga; vestuario: P. Salabert; Madrid en Danza. Teatro Albéniz, 10 de abril.

Se notan ciertas fisuras entre los dos grupos de bailarines, y cierta falta de soltura en los más jóvenes. Por otro lado, los intérpretes de Metros ofrecen un alto nivel de baile, especialmente Jesús de Vega como el Cascanueces-príncipe y Sandrine Rouet como el Brujo-cisne negro. La destreza de Oller salva estos escollos y hace la historia comprensible con sus habituales toques irónicos dentro de unos espacios bien diseñados e iluminados.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de abril de 2003