LOS TRIGALES y olivares comparten la gran Toscana con manchas boscosas, sierras, marismas y campiñas. Enseguida se nota que éste es un paisaje largamente modelado por la mano del hombre, poblado desde hace siglos, cultivado y tratado para dar sus mejores frutos. La tradicional forma de recoger el cereal ha dado pie a una postal característica. La vistosa paca de paja cúbica de la iconografía agraria española es sustituida por una paca cilíndrica que se convierte en un elemento más de la escenografía diaria del mundo toscano. Del campo toscano llama la atención su quietud, así como las gentes sin prisa que lo pueblan, atractivas a los ojos de los inquietos urbanitas. No es de extrañar que artistas de todos los tiempos hayan buscado en la Toscana ese lugar de refugio e inspiración a veces tan necesario.
Dicen que en la Toscana está el origen de la civilización romana y de la actual Italia, ya que los etruscos, pueblo originario de la zona, fueron la primera cultura antigua destacable de la península Itálica.
Los toscanos mantienen una nota diferencial con el resto de los italianos. Junto a esas ciudades esplendorosas -Siena, Florencia- que han sabido construir, existe también un paisaje agropecuario que se conserva desde hace siglos gracias al trabajo de sus gentes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de abril de 2003