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ATLETISMO | La progresión femenina

Las mujeres, a 10 minutos de los hombres

La aventura de la atleta británica Paula Radcliffe enlaza con el espectacular tirón del maratón femenino en los últimos años y es la metáfora perfecta de la lucha de las mujeres por hacerse un lugar en una disciplina tradicionalmente considerada como coto de virilidad. Basta con decir que hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84 las mujeres no disputaron esta prueba de manera oficial en el máximo nivel.

Después del maratón de Londres de ayer, ya no cabe duda sobre la proximidad entre los hombres y las mujeres en las pruebas de resistencia. La evolución de los récords en los últimos 33 años manifiestan una falta de simetría que va camino de emparejarse: las mujeres han recortado 35 minutos y los hombres sólo tres. Ahora, sólo diez minutos separan al récord del marroquí Khalid Kahnnouchi, de 2h 5m 38s, del de Radcliffe.

Si el escritor Bioy Casares claudicó al afirmar que "las mujeres tienen un vigor de caballo", con más fundamento científico el médico y entrenador alemán Ernst van Aaken predijo hace más de 30 años que algún día el maratón sería un territorio dominado por las mujeres.

Desde que la japonesa Naoko Takahashi logró la plusmarca de 2h 19m 46s en el maratón de Berlín, en octubre de 2001, la prueba reina del fondo pasa por su mejor momento en su versión femenina. Pero a mediados del decenio pasado los pronósticos se hacían agoreros. Las marcas evolucionaron a cámara lenta a partir del récord de 2h 21m 6s de Ingrid Kristiansen, en 1985 y las publicaciones de la editorial especializada Human Kinetics predijeron en 1995 que, de continuar a ese ritmo, la mujer no correría los 42 kilómetros en 2h 20m hasta 2015. Fue una falsa alarma. Los tiempos han caído a un promedio de un minuto por año en el último lustro.

Las mujeres comenzaron a competir a comienzos del decenio de los 70. Pero no se les permitió participar en los campeonatos oficiales hasta los Juegos Olímpicos de Los Angeles 84, que otorgaron el primer título a la estadounidense de origen francés Joan Benoit.

Hasta entonces, la falta de un organismo que monitorizara a las mujeres se traducía en mediciones poco fiables. El machismo imperante en las carreras superpobladas por hombres inhibía a las mujeres, que no se atrevían a desafiar a sus numerosos contrincantes. Una de las primeras valientes, la estadounidense Cherryl Fresa Bridges, se aficionó en maratones que -un poco por verguenza, otro poco por falta de preparación- terminaba andando. Se preparó por correo, con los consejos de Bill Dillinger, y en 1971 bajó de las tres horas. En el maratón de Culver City bajó de tres minutos al marcar 2h 49m 40s, sobreponiéndose al acoso de un corredor, que la atacó al ser superado en la milla 23.

Junto con Bridges, la australiana Adrienne Beames, la estadounidense Michiko Gorman, la francesa Chantal Langlace o la noruega Grete Waitz fueron las grandes pioneras. Las primeras en atacar la barrera de las 2 horas y 20 minutos. La piedra fundamental de la hazaña de Radcliffe. Desde ayer quedan 10 minutos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de abril de 2003