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Una multitud convierte el entierro de Couso en un acto de rechazo a la guerra

Cientos de personas acudieron ayer al tanatorio de la M-30 de Madrid para despedir a José Couso, el cámara de Tele 5 muerto en Bagdad por el disparo de un tanque estadounidense. A la familia y compañeros de profesión se sumaron muchos ciudadanos que aprovecharon para expresar su rechazo a la guerra. La familia del cámara fallecido pidió justicia y aseguró que no permitirá que se trate su muerte como un "daño colateral".

El cadáver de Couso había llegado de madrugada desde Kuwait a la base militar de Getafe a bordo de un avión Hércules C-130 del Ejército, en el que también viajó su compañero de Tele 5 Jon Sistiaga. Muchos familiares y compañeros lo velaron durante toda la noche. Desde primera hora de la mañana se les unieron numerosas personas, de modo que cuando el coche fúnebre salió con dirección al cementerio de La Almudena, donde el cuerpo sería incinerado, las instalaciones del tanatorio estaban ya desbordadas.

En el momento en que el cortejo fúnebre, encabezado por dos autocares y una furgoneta llena de coronas de flores, abandonó el tanatorio, cientos de personas le dedicaron una ovación, acompañada de gritos de "No a la guerra" y "Asesinos".

Entre los presentes estaban los rostros más conocidos de Tele 5 y numerosos reporteros gráficos. Los únicos representantes políticos que acudieron fueron los de IU. Su coordinador ejecutivo, Francisco Frutos, expresó su repulsa por lo que calificó como "un asesinato del que es cómplice este Gobierno".

En el cementerio celebró misa un sacerdote amigo de la familia. Tras la ceremonia, uno de los allegados dirigió unas palabras en memoria del reportero: "Han apagado tu cámara, pero no el recuerdo que nos dejas".

El portavoz de la familia, Rafael Permuy, afirmó que seguirán exigiendo justicia para el fallecido y para todas las víctimas inocentes de cualquier conflicto. Permuy declaró que la familia de José le habría llorado de igual manera si su muerte se hubiera producido en un fuego cruzado, "pero no sentiríamos esta rabia y desesperación ante este brutal crimen de guerra".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de abril de 2003