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Ginebra muestra al Britten más oscuro con 'Otra vuelta de tuerca'

Otra vuelta de tuerca es una ópera de Benjamin Britten creada en 1954 a partir de un relato de Henry James. El Gran Teatro de Ginebra ha estrenado ahora, y hasta el 24 de abril, una nueva producción con dirección musical de Jeffrey Tate, puesta en escena de Nicolas Brieger y decorados de Mathias Fischer-Dieskau. El montaje aborda, según Brieger, "uno de los últimos tabúes anclados en nuestra sociedad: la sexualidad infantil".

Varias películas recientes -El sexto sentido, de M. Night Shyamalan; Los otros, de Alejandro Amenábar- se han inspirado libremente en Henry James, pero potenciando sólo la vertiente misteriosa, de historia de fantasmas, en detrimento de otras lecturas.

"El montaje que proponemos en Ginebra", dice Jean-Marie Blanchard, director general del teatro, "explora todos los puntos de vista, el de la introspección psíquica, el del cuento de aparecidos, la lectura psicoanalítica, la construcción misteriosa... Como la música de Britten, cambia de ángulo de enfoque, de narrador y va mucho más lejos que el relato de James".

Texto envejecido

Ese análisis es compartido por Brieger, para quien "el texto de James hoy aparece envejecido, demasiado psicoanalítico" frente a una ópera "que oscila continuamente entre realismo e irrealidad, en la que no sabemos si la aya ve fantasmas o se deja llevar por sus ensoñaciones". Según Brieger, "es una obra que rezuma sexualidad. Cuando Britten la compuso, mantenía relaciones ambiguas con varios jovencitos sin que nunca se materializaran sexualmente. Sinceramente, creo que su fascinación por los niños y adolescentes está en relación con su búsqueda de la belleza, un poco como en Thomas Mann".

Obviamente, el gran problema técnico y conceptual a resolver era el de los fantasmas. "En el relato de James los fantasmas son hijos de la imaginación de la aya, algo que permite la narración en primera persona. De alguna manera puede decirse que el texto remite a un problema mental, a una enfermedad, y eso es aún más lógico si se tiene en cuenta que fue escrito al mismo tiempo en que nacía el psicoanálisis. Britten juega otro registro y en otro contexto. Por ejemplo", dice Brieger, "durante la década de los cincuenta, cuando compone la ópera, reinaba una represión sexual paradójica, que prohibía el desnudo en el cine y negaba la existencia misma de la homosexualidad en pantalla, pero eso no impedía que los movimientos naturistas defendiesen la desnudez infantil y que fuese vista con buenos ojos por la mayoría porque los niños y las niñas eran seres aún asexuados. Hoy esto ha cambiado".

Los intérpretes de esta nueva producción son los tenores Adrian Thompson y Kobie van Rensburg y las sopranos Emma Bell y Joan Rodgers, así como la mezzo Della Jones. Y también juegan un gran papel los dos niños: "El principal problema a resolver es elegir a los adecuados, a los que tienen dotes interpretativas. Luego hace falta que comprendan, que los ensayos sean largos para evitar que actúen de forma repetitiva, como loritos".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de abril de 2003