Bagdad recupera la confianza al ritmo que los soldados estadounidenses empiezan a patrullar sus calles. Después de cuatro días de saqueos y pillajes impunes, las fuerzas de ocupación reaccionaron por fin ayer ante una situación que les atraía las críticas no sólo de los iraquíes, sino de la opinión pública internacional. Todavía se veían ladrones empujando carritos cargados de material robado y edificios en llamas, pero en algunas zonas hubo ya tiendas abiertas y los ciudadanos de a pie se atrevieron a salir más allá de las puertas de sus casas.
En la Karrada Vieja, recientemente rebautizada calle de Yasir Arafat, en el centro de la capital, los comerciantes más arriesgados reponen mercancías perecederas. Ahmed descarga patatas en una tienda que hace esquina. No viene de Yamila, el mercado central, sino de la huerta de un pariente a las afueras. A la venta hay también tomates, pomelos y habas. Enfrente, un colmado vende productos lácteos. Todo al doble de precio que hace una semana.
"Ya no hay Gobierno, así que se ha acabado el control estatal de los precios; cada uno vende al precio que quiere", explica un hombre de negocios. En el cafetín de Abu Amar el vaso de té ha pasado de 50 a 100 dinares; el queso o la nata, de 250 a 500. Pero no hay pan con el que completar el desayuno. Un parroquiano ofrece la mitad del suyo a la extranjera. Los panaderos han cerrado por miedo o simplemente por falta de electricidad. De momento, no ha subido el precio del samún, el típico pan con forma de rombo. "Habría una revolución", advierte Ahmed en la cola de una panadería en Al Dora, al sur, y uno de los barrios más castigados por los combates.
Tampoco la gasolina se ha encarecido, pero no hay una sola gasolinera abierta en toda la ciudad. La periodista se convierte en cómplice de robo cuando no queda más remedio que sacarla de un camión cisterna del Ejército iraquí. Algunos emprendedores ven el negocio y, tras asaltar los depósitos militares, la venden a 15 dólares el galón en las proximidades del hotel de los periodistas. Antes se llenaba el depósito con 2.000 dinares, apenas un dólar.
Paisaje urbano desolador
Pero, a pesar de esos primeros signos de recuperación de la normalidad, el paisaje urbano continúa siendo desolador. Los edificios que no fueron bombardeados por la aviación han resultado alcanzados en los combates urbanos o incendiados por las bandas de incontrolados que han asaltado la ciudad. "Tiene toda la pinta de un ataque sistemático", denuncia María Madik, una funcionaria local de la ONU. "Varios conocidos míos vieron cómo los soldados americanos abrían la Universidad Politécnica y luego se iban sin cerrar. ¿Qué podía pasar sino que la asaltaran? Sucedió delante de sus narices", denuncia indignada.
En Washash, un barrio modesto del noreste, Hasan Kadhem no da crédito. "Si fueron capaces de asegurar la situación en el sur para proteger los pozos de petróleo, ¿por qué no han hecho lo mismo aquí, en Bagdad?", se pregunta. Su vecino Abbas Rabie está convencido de que se trata de una política intencionada. "Cuanto más se destruya ahora, más trabajo tendrán las empresas estadounidenses y británicas en la reconstrucción", afirma entre los gestos de asentimiento y enfado del resto de los contertulios del Sujeir, el lugar de cita a la hora de fumarse una pipa de agua. No es sólo la percepción popular. Nadmi Wadmi, el único opositor tolerado por el régimen de Sadam, está de acuerdo. "El pillaje de estos días fue orquestado por la CIA, el Mosad o algún servicio secreto árabe", asegura. "En primer lugar, las 200 o 300 personas que vimos en la tele junto a los tanques que llegaron al hotel Palestina se movían con mucha familiaridad entre los soldados", señala este profesor de Ciencias Políticas. "Segundo, dicen que no son una policía, pero bien que han protegido el Ministerio del Petróleo. Y en tercero, muchas de las instalaciones asaltadas en mi barrio ni siquiera yo sabía que existían y llevo viviendo aquí desde 1958. Alguien tuvo que guiarles".
Excepto algunas zonas del este, donde se ha reparado una subestación eléctrica, la ciudad sigue sin electricidad. Sólo algunos barrios como Yadriya (en la parte oriental de la ciudad) y Mansur (al oeste) tienen agua corriente. Pero lo que más anhelan la mayoría de los ciudadanos es una línea telefónica con la que decir a sus familiares en el extranjero que, a pesar de todo, siguen vivos.
Anoche, se registró un violento tiroteo durante más de 45 minutos entre tropas estadounidenses y fedayines en los alrededores del hotel Palestine. Los marines utilizaron bengalas para iluminar la zona, que había permanecido relativamente tranquila. El Ejército de EE UU ha establecido en el hotel, donde se aloja la prensa internacional, un centro de reclutamiento de iraquíes para diversas tareas de orden y administración, lo que ha generado durante la jornada de ayer grandes colas de personas a la búsqueda de un empleo con la consiguiente tensión generada por las largas esperas al sol.
Sin Pascua para los cristianos de Irak
Nazar y Um Georges vuelven endomingados de la misa de Ramos. La iglesia católica de San Pedro y San Pablo, en el barrio de Al Dora, estaba llena. Igual ha sucedido en otras partes de Bagdad en este primer domingo sin Sadam Husein al frente de Irak. Y, sin embargo, el padre Sami no tenía muy buenas noticias para sus fieles.
Siguiendo instrucciones del arzobispo Suleimán Warduni, el sacerdote les ha pedido que no celebren la Resurrección de Cristo como suelen hacerlo todos los años. No habrá caravanas de coches recorriendo las iglesias el día de Viernes Santo, ni fuegos artificiales en la madrugada del Domingo de Resurrección. Los cristianos iraquíes no quieren ofender a sus hermanos musulmanes en un momento tan delicado para el país.
La posibilidad de que cualquier gesto festivo se interprete como un aplauso a los invasores sería un grave error para una comunidad en claro declive (en la última década ha pasado del 10% al 3% de la población). No hay problema; ni Dahlia, ni Um Cristina, ni Thamer, ni muchos cristianos ven con buenos ojos la presencia de las tropas extranjeras en su país, aunque admiten que agradecen que les hayan librado de Sadam.
El padre Sami no ha mencionado a las fuerzas ocupantes en su sermón. Se ha limitado a rezar por la paz y dar consejos de seguridad a sus fieles. Contra lo habitual en estas fechas, la iglesia cerrará a las siete de la tarde para evitar cualquier problema.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de abril de 2003