El Gobierno se volcó ayer en la tarea de desdramatizar la noticia, difundida el lunes desde el propio Ejecutivo, de que José María Aznar había aceptado el encargo de George W. Bush de convencer al presidente de Siria, Bachar el Asad, para que no acoja a fugitivos del régimen iraquí. Aznar precisó en Varsovia que ni Siria, "país amigo de España", es objetivo militar ni él tiene nada concreto que pedir a Asad, con quien mantuvo anoche mismo desde Atenas una primera conversación telefónica. Según fuentes españolas, Asad le garantizó el compromiso de Siria en la estabilidad de Oriente Próximo.
El mensaje de que Siria es un "país amigo" y no un "objetivo militar" fue reiterado ayer por Aznar, por el vicepresidente Mariano Rajoy y por la ministra de Exteriores, Ana Palacio. Rajoy añadió que España no apoyaría una eventual intervención militar de EE UU contra el régimen de Damasco. Y la ministra se apresuró a telefonear a su colega Faruk Al Shara, con quien ha adquirido el compromiso de viajar a Damasco próximamente.
El presidente del Gobierno confirmó anoche este viaje tras conversar desde Atenas con Bachar el Asad. Según fuentes españolas, en este primer contacto telefónico, de más de 30 minutos, Asad aseguró que su país está comprometido con la estabilidad en Oriente Próximo, así como en la lucha contra el terrorismo, y garantizó su interés por colaborar en impulsar el proceso de paz. Ambos acordaron mantener nuevas conversaciones.
El principal empeño de Aznar ahora, después de que La Moncloa admitiera el lunes que el presidente había aceptado el encargo de George Bush de transmitir al mandatario sirio lo que se interpretaba como una "seria advertencia" de Washington, es rebajar la tensión con Siria. Aznar quiere alejar la idea de que actúa como mensajero de la amenaza a Siria vertida por Bush, su secretario de Estado, Colin Powell, y su ministro de Defensa, Donald Rumsfeld. EE UU llegó a calificar a Siria de "Estado terrorista" que fabrica armas de destrucción masiva, y ha amenazado con represalias económicas, diplomáticas "o de otra naturaleza".
"No se trata de presionar ni de impresionar. No se trata de pedir ninguna cuestión concreta ni de encargar nada", precisó Aznar en Varsovia sobre la conversación que iba a mantener más tarde desde Atenas con el presidente sirio. "Se trata simplemente de hablar para conseguir la mayor estabilidad en la zona y para que todos aporten responsablemente lo que tengan que hacer desde el punto de vista de la lucha antiterrorista".
Poco antes, Mariano Rajoy había manifestado en Onda Cero que lo más "sensato y equilibrado" era hacer una petición a Damasco "para que no acoja a Sadam Husein y a sus colaboradores". Y el portavoz de Exteriores del PP, Gustavo de Arístegui, en la misma línea, decía en la Cadena SER que, en su opinión, se trataría de convencer a Siria para que "no permita que ciertas personas con responsabilidades importantes en el régimen de Sadam Husein puedan encontrar refugio, porque podrían tener información sobre los arsenales de destrucción masiva".
En cambio, Aznar, en la rueda de prensa conjunta con su homólogo polaco, Leszek Miller, se esforzó en difuminar los contornos del encargo que se aprestaba a realizar por teléfono. "No se trata de presionar ni de impresionar, sino de dialogar para que toda la colaboración que se pueda aportar se aporte en los términos más positivos posibles", señaló. El objetivo de su gestión, añadió, es activar "todos los elementos de cooperación para que la estabilidad en la zona sea una realidad y no solamente una aspiración de futuro". El presidente destacó una vez más la importancia de que la guerra de Irak desemboque en una solución global del conflicto de Oriente Próximo, y recordó que Siria es un actor fundamental de ese contencioso.
Donde sí hubo plena coincidencia entre Aznar, Rajoy y Palacio fue en el empeño de negar que las palabras de Bush, Rumsfeld o Powell contra Siria impliquen designios bélicos. Aznar fue categórico: "Siria es un país amigo de España. No es un objetivo para nadie. Ni es un objetivo militar, ni es un objetivo para nadie, ni existe por parte de nadie la más mínima intención ni pretensión de extender ninguna situación conflictiva en relación con Siria". Rajoy descartó también el riesgo de guerra: "No vemos ninguna amenaza ni ninguna intención de proceder a una intervención en Siria, que, en cualquier caso, no apoyamos".
Tan lejos de cualquier coyuntura bélica se encuentran las relaciones con Siria, según el Gobierno, que Aznar terminó por culpar a la oposición de que la prensa internacional haya hablado de un riesgo de ataque. "Otra cosa distinta es que pudiera haber gente que desease que se abriera un conflicto con Siria, a lo mejor porque no saben vivir sin un conflicto. Internamente lo necesitan. Pero ése no es el caso, afortunadamente", dijo en lo que se interpretó como una alusión al PSOE. "Creo", concluyó, "que existe un furor desatado en torno a cualquier situación con Siria que no se corresponde con la realidad ni con las intenciones ni con los deseos de nadie".
El camino del diálogo
El embajador sirio en Madrid, Mushen Bilal, que el lunes reclamó al Gobierno español que pida "de forma clara y precisa a EE UU que deje de provocar a Siria", se mostró ayer complacido porque "el propio Aznar haya reaccionado tan rápidamente". "Ahora hace falta que las amenazas de Estados Unidos sean apagadas", añadió.
En conversación teléfónica con este diario, Bilal dijo: "Queda el camino abierto a una autopista muy amplia entre Damasco y Madrid, para que Siria no sea objetivo militar y para que Siria y España cooperemos en la lucha contra el terrorismo. Tenemos mucho trabajo futuro". "Pero para llegar a la paz", añadió, "hay que construir el ambiente. Los americanos tienen que cejar en sus acusaciones y volver al camino de la diplomacia, del diálogo y de la confianza. Yo estoy seguro de que Aznar es entusiasta de la paz en Oriente Próximo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de abril de 2003