Con las fuerzas estadounidenses dentro de Bagdad, la detención de Abu Abbas era una cuestión de tiempo. Un veterano combatiente palestino como él conocía los riesgos y también sabía que su conversión a la causa de la paz no había servido para anular las órdenes de búsqueda y captura lanzadas desde Italia y Estados Unidos.
Su retiro en una tranquila villa a las afueras de la capital iraquí junto a su esposa, era sólo un sueño, como le recordó el asesinato de Abu Nidal, otro antiguo terrorista palestino.
Abu Abbas se dio a conocer en el mundo en 1985 con el secuestro del crucero italiano Achille Lauro. "Fue un error", admitió años más tarde el activista, "una operación militar que salió mal". "No se había planeado secuestrar el barco o herir a sus pasajeros", aseguró.
El secuestro del Achille Lauro fue la operación más llamativa y arriesgada de su Frente de Liberación de Palestina, un grupo escindido en los setenta del Frente Popular de Liberación de Palestina-Mando General y más tarde dividido en tres facciones (pro OLP, pro Siria y pro Libia). Abu Abbas encabezó el sector pro OLP y llegó a formar parte del Consejo Ejecutivo de la organización en 1984. A mediados de los 90 se sumó al proceso de paz.
En la reunión del Parlamento palestino de abril de 1996 votó por el abandono de la lucha armada. "El tiempo de la lucha armada ha terminado, pero no la lucha en sí", defendió entonces. El Gobierno de Israel permitió su presencia en Gaza. El terrorista (luchador por la libertad, para los árabes) se convertía en pacifista. Para entonces, su grupo estaba inactivo.
"El propósito de la lucha armada no es simplemente matar, sino alcanzar un objetivo político", defendía ante quien quisiera escucharle. "Han cambiado los métodos, pero aún no hemos alcanzado nuestros fines". Por eso, cuando se desencantó de la posibilidad de lograrlos a través de los Acuerdos de Oslo, regresó a Bagdad, donde su grupo aún tenía una oficina.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de abril de 2003