Pregunta. Usted se ha enfrentado a varios movimientos de protesta. ¿Se puede reformar la educación nacional contra la opinión de los implicados?
Respuesta. No globalicen. Muchos están dispuestos a la evolución. ¡Cuántas veces he leído que 'los' padres de alumnos o 'los' profesores apoyaban tal o cual huelga, pero se trataba sólo de militantes de extrema izquierda que distan mucho de representar a la mayoría! Respecto a los huelguistas, escucho las reivindicaciones y las tomo en cuenta si es posible, pero vivimos en un sistema en el que la única manera de no disgustar a nadie es no tocar nada.
P. Usted opone la valoración excesiva de la innovación y la diversión al trabajo y las tradiciones. ¿No es una visión un poco caricaturesca de la sociedad?
R. La caricatura no la he hecho yo. Desde los años ochenta, el debate sobre la escuela no ha dejado de enfrentar a los partidarios de la 'renovación pedagógica' con los del regreso a los uniformes. Lo que deseo es salir de ese enfrentamiento estéril.
P. Usted hace una crítica de Mayo del 68.
R. Con Mayo del 68 se entró en la ideología de lo espontáneo, en la valoración de la expresión de uno mismo, de la autenticidad, de la creatividad, el rechazo de las herencias pasadas, etc. Tuvo efectos positivos, pero en el plano escolar ha provocado a veces el desastre, porque la educación no es sólo expresión de uno mismo, sino también, y quizá por encima de todo, transmisión de los saberes tradicionales. Ninguno de nosotros ha inventado la lengua francesa ni las reglas cívicas, y no es casual que tengamos tanta dificultad en ambas áreas.
P. Usted es crítico con la ley de 1989 que define los objetivos del sistema educativo ¿Cuáles son sus defectos?
R. Tiene cosas buenas, pero también momentos de deriva. La manera de colocar al alumno en el centro del sistema, por ejemplo, es demagógica. Espero modificar ese texto.
P. ¿Cómo llevar de nuevo la 'autoridad' a la escuela?
R. De entrada, hay que volver a los principios de la laicidad, base de la escuela republicana. Después, debemos comprender por qué no funcionan las sanciones antiguas y no dudar en implantar otras nuevas. Aunque hubiera que aumentar los vigilantes, como pienso hacer, no creo en la lógica que pretende un vigilante detrás de cada alumno. Hay que dejar de tratar sólo los efectos y atacar las causas de la violencia.
©Le Monde
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de abril de 2003