En Niza, capital de la Costa Azul y de la región más generosa en votos con el Frente Nacional (27,7% en las elecciones de 2002), Jean Marie Le Pen fue reelegido ayer presidente del partido ultraderechista por aclamación de los 1.350 delegados.
Era el único candidato y no había sorpresa posible. Le Pen, que ha sido diputado en la Asamblea Nacional, diputado en la asamblea regional y parlamentario europeo, ha visto en varias ocasiones -la última hace apenas 10 días- cómo perdía su condición de parlamentario debido a declaraciones o actos condenados por la ley.
Ahora "el Frente Nacional entra en una fase de conquista", dice. Pretenden servirse de los trampolines electorales del 2004 -cantonales y regionales en marzo, europeas en junio- para situarse "en condiciones de ganar la batalla de las presidenciales en 2007".
En 2007, Jean Marie Le Pen cumplirá 79 años y parece altamente improbable que pueda presentarse de nuevo como candidato. Su hija Marine Le Pen, de 35 años -"así la sucesión tomaría forma de herencia y Marine es una solución perfecta", ha dicho el padre-, ha accedido en Niza a la dirección del partido y aparece enfrentada al delegado general del partido, Bruno Gollnisch. "Bruno es un gran orador, pero debería encontrar su estilo para que radios y televisiones le tengan más en cuenta", dijo el presidente del Frente Nacional.
"Los medios de comunicación deberían invitar más a menudo a los otros líderes del Frente Nacional, que son de gran calidad", añadió un conciliador Jean Marie Le Pen ante quienes le reprochan que sólo él y su hija tengan libre acceso a los debates televisados. Hasta ahora, con mucha inteligencia, Marine se ha presentado como la sucesora moderna de su padre, visto como el principal activo, pero, debido a sus excesos verbales, también el principal límite a la credibilidad del Frente Nacional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de abril de 2003