Las floristerías del centro de Barcelona ya vendían ayer rosas que los más tempraneros se afanaban en comprar. Mientras, las librerías preparaban sus puestos y levantaban carpas -como la de la foto, en plena plaza de Catalunya- para celebrar el día de Sant Jordi -que se anuncia luminoso-, una fiesta cívica arraigada a lo largo y ancho de Cataluña y exportada a lugares tan lejanos como Japón.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de abril de 2003