Tener un pequeño huerto en el centro de Barcelona dejará de ser impensable. A los ficus y los geranios que hoy adornan los balcones de la ciudad, pronto podrían sumarse los tomates y las lechugas en las terrazas. Los únicos requisitos necesarios serán disponer de un espacio soleado y un grifo.
El proyecto Horturbà, desarrollado por la Fundació Terra con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona, permitirá el cultivo de vegetales en mesas de acero de 140 x 70 centímetros, lo que facilitará una producción de 10 kilos de hortalizas. El hecho de que tengan una altura de 80 centímetros hará posible que las usen ancianos y personas discapacitadas.
La mesa de cultivo, que cuesta 200 euros, se adapta a los hábitos del ciudadano urbano, a quien no siempre le es posible cuidar de sus plantas.En previsión de los éxodos vacacionales, la mesa incorpora un programador para regar las hortalizas de forma automática.
El usuario, además, podrá consumir productos ecológicos, ya que el sistema no exige la utilización de abonos químicos ni insecticidas, sino un sustrato obtenido por el compostaje de materiales orgánicos. "El placer que producirán los vegetales no será sólo estético, porque sus propietarios podrán untar el pan con los tomates que habrán plantado ellos mismos", dijo ayer el presidente de la fundación, Jordi Miralles.
La entidad también ofrece a quien quiera entretenerse en esta nueva afición, la posibilidad de guisar en las terrazas los frutos de estos cultivos y hacerlo además de forma perfectamente ecológica. Una cocina solar, que cuesta 150 euros, se ofrece como sustituta no contaminante de las viejas barbacoas de carbón.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de abril de 2003