Universidades, comercios o pequeñas empresas, daba igual, no había lugar de la sociedad iraquí que, durante el régimen de Sadam Husein, escapara a la vigilancia de la policía secreta política, la llamada Mujabarat. Los iraquíes se habían acostumbrado al miedo a ser espiados y a ser detenidos por cualquier motivo, incluyendo los posibles delitos contra el régimen cometidos por un familiar. Tras la caída del régimen de Sadam, afloran los testimonios sobre la represión corroborados por decenas de documentos que han sido robados de la sede de los servicios secretos iraquíes por ciudadanos particulares durante los saqueos.
"La Universidad Sadam Husein era un centro de opresión del que formaban parte activa sus profesores", recuerda Mahdi Pashim, un docente de lengua árabe de 50 años de edad. "Los profesores obligaban a sus alumnos a asistir a las reuniones del partido. A los asistentes, o sea, a todos, se les alistaba automáticamente en los cuerpos paramilitares del régimen y luego la propaganda oficial los llamaba voluntarios. Así no es extraña la desbandada ante el Ejército americano".
Mahdi recuerda que lo peor era el ambiente asfixiante que provocaba la sensación de ser constantemente espiado. "Todo el mundo podía escribir un informe sobre ti, tanto profesores como alumnos. Nunca sabías si tu mejor amigo era un informante o si, por ejemplo, tenía un pariente en prisión y le obligaban a informar de sus compañeros".
Abbas al Cheroqui, de 39 años, trabajaba en la instalación de antenas parabólicas en las viviendas de los altos cargos del régimen. Para el resto de los iraquíes las antenas parabólicas estaban prohibidas, y por ello Abbas las colocaba clandestinamente. Eso sí, de pequeño tamaño y fabricadas con yeso para romperlas de una patada en caso de que se presentase la policía política. El técnico tiene en su casa seis sacos con informes de la Mujabarat. Cualquiera de las carpetas da idea de lo que ocurría bajo el régimen de Sadam Husein.
"Pedimos que se detenga a la familia del soldado Alí Abdulmayil por haberse pasado al bando del enemigo persa. La familia vive en Sadam City. Debemos saber lo antes posible el nombre de sus hermanos militares", reza un expediente fechado el 8 de agosto de 1984. En la misma carpeta están las órdenes de detención, encarcelamiento y fusilamiento de algunos miembros de la familia del desertor.
En otro informe, fechado el 12 de junio de 1987, se puede leer: "La familia de Mohamed Husein pide ver a su pariente que está condenado a cadena perpetua. La entrevista con este criminal está prohibida, pero puede realizarse siempre que los miembros de su familia se conviertan en agentes de los servicios de seguridad".
Una carpeta ajada contiene la fotocopia de un billete iraní en el que destaca la efigie del ayatolá Jomeini. El billete está grapado en un papel que explica que su propietario ha sido condenado a seis años de cárcel "por estar en posesión de dinero persa". La policía sólo encontró un billete en poder del condenado.
Algunos documentos causan estupefacción. En un expediente de 1994 los servicios secretos confiesan desconocer la causa del reciente fusilamiento de un prisionero político y piden que sean aclaradas.
El régimen de Sadam estaba obsesionado por controlar todo lo escrito. Abdul Wahed, un dibujante que vendía libros, explica que la policía política tenía abierta una oficina en la calle de los libreros en la ciudad vieja de Bagdad. "Desde allí se vigilaba tanto a los vendedores como a los compradores. La mayor parte de los libros prohibidos eran de tema religioso y, aunque tenían mucha demanda, resultaba muy peligroso que te encontraran con ellos en tu poder. Por vender uno de estos libros te podían caer hasta 15 años de cárcel", recuerda Abdul Wahed.
"Había corrupción y miedo por todas partes", recuerda Ahman Mayir, un conductor de 38 años que trabajaba en la distribución de la comida que llegaba a la gente gracias al Programa humanitario Petróleo por Alimentos patrocinado por Naciones Unidas.
Mayir recuerda episodios que muestran la corrupción que inundaba todos los resortes del régimen de Sadam Husein y su partido único. "El director del almacén donde yo trabajaba separaba los alimentos de buena calidad y los vendía después en el mercado negro. Había nacido en Tikrit, la misma localidad de la que procede la familia de Sadam Husein, y tenía establecido un sistema de premios -casi siempre se trataba de sobornos- y castigos entre los trabajadores. Naturalmente, los primeros siempre eran para los miembros del partido", relata Mayir.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de abril de 2003