Las distracciones de la vida

La literatura actual es un campo al que no se le puede poner puertas. En ella los textos deambulan de un lado a otro, atraviesan géneros sin pudor y no se quedan en ninguno. Por eso este cajón de sastre de César Antonio Molina, poeta, ensayista, profesor, animador cultural, periodista, crítico literario, memorialista, viajero, escritor furtivo (página 146), arrastra todas esas especialidades y con todas ellas a su autor le sale un diario del alma, una libreta de lecturas, de observaciones, de reflexiones, un muestrario de sensaciones y emociones, un centón de viajes literarios, un catálogo de paisajes de artistas. A los editores de este hermoso libro para letraheridos les gusta separar textos con unas pequeñas viñetas, pájaros negros en pleno vuelo. Y le sientan bien, sí, estas viñetas a este libro de parada y fonda, pues son estos capitulillos, unos de mayor extensión, otros de menor, como bandadas de textos que embellecen nuestro horizonte lector. Molina saca de los libros que ha leído, de lo que le han contado, de lo que sabe, perfiles muy ajustados, y muy hermosos, de artistas, de escritores, de paisajes. En ocasiones deja ver su propia sombra, o de la gente próxima, a veces este autor, que dice llevar una vida gris, sin relieve, que confiesa que escribe para distraerse del vivir, encara el reto y se aproxima al relato.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de abril de 2003