Emergidos como lado más oscuro de esa ola musical que volvió con fuerza el año pasado en Inglaterra -un revival de los sonidos de baile de hace dos décadas que recibió el nombre de Electroclash-, dos británicos, un chino y una búlgara, más dos músicos de acompañamiento como base rítmica, nutren esta formación musical a la que, por el intento de encontrar en los instrumentos de alta tecnología el alma perdida de la que gozaba el techno pop de los años ochenta, se les ha querido emparentar con Kraftwerk, Human League o New Order. Sin embargo, por lo exhibido en Madrid en la presentación de su segundo disco, Light & magic, sólo es posible ver en su propuesta la influencia de los terceros. Le sobra a Ladytron el estatismo y le falta el distanciamiento intelectual e irónico de los primeros y el petardeo neoglam de los segundos. Techno depresivo, sin felicidad y con la monotonía como elemento estético que se reflejó en unas canciones a las que el concurso de la batería convencional les hace sonar a paso de elefante. Es lástima, porque canciones como Playgirl, Seventeen o la que da título al álbum contienen en sus melodías elementos para atrapar al oyente. En vivo, sin embargo, suenan desabridas y aportan cierto elemento negro que parece no corresponder a las intenciones musicales del grupo. Un grupo que parece concebido para deprimir y no para hacer pasar un buen rato.
Ladytron
Helen Marnie y Mira Aroyo (voces y teclados), Danny Hunt y Rueben Wu (teclados), Jon N. (bajo) y Keith N. (batería). Sala Arena. Madrid, jueves 24 de mayo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de abril de 2003