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La neumonía, "desastre nacional" para China

El partido comunista asume el liderazgode las drásticas medidas contra la epidemia

La neumonía asiática sigue cobrándose víctimas a lo ancho del mundo. Ya han muerto 290 personas, y los contagiados son 4.831. Mientras los 121 fallecimientos de Hong Kong eran rebasados ayer en el resto de China, el partido comunista ha decidido afrontar la epidemia como "un desastre nacional". Las medidas son drásticas: 4.000 ciudadanos en cuarentena en sus casas y aislados los dos grandes hospitales especializados en enfermedades infecciosas. Una situación similar llevó ayer al suicidio, en un hospital de Taiwan, a un posible infectado. Mientras, Canadá se dice maltratado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que insta a no viajar a Toronto, la ciudad más afectada fuera de China.

Li Changchun, uno de los nueve miembros del Comité Permanente del Politburó del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh), el mayor órgano de poder del país, describió el pasado viernes en cuatro palabras lo que representa la epidemia de neumonía asiática para China: "Un desastre nacional inesperado". La epidemia registró ayer 192 nuevos casos, 154 de ellos en China. El presidente de EE UU, George Bush, ofreció ayer, durante una conversación mantenida con su homólogo chino, Hu Jintao, "todo el apoyo o asistencia posible", tras calificar de "extraordinarios" los esfuerzos de Pekín para combatir la enfermedad.

La viceprimera ministra Wu Yi, con fama de 'dama de hierro', asume la cartera de Sanidad

Tras esa definición de Li Changchun, realizada durante una reunión de responsables de medios de comunicación para tratar el tema de la enfermedad, Li se mostró arrollador. "Ninguna dificultad ha sido insuperable hasta ahora mientras China ha utilizado su ventaja política, caracterizada por el liderazgo del partido y el espíritu nacional", argumentó. También habló de la ciencia y de la búsqueda de la verdad, pero el liderazgo del partido fue por delante.

¿Se trataba de na declaración gratuita? No suelen serlo en este país, donde las palabras valen tanto como su larga historia. Una dependienta de una tienda de ropa tradicional lo recordaba ayer. Incómoda ante la pregunta de si ha bajado el número de clientes desde que estalló la crisis provocada por el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, siglas en inglés), respondió: "¿Qué cree usted?". No había más que preguntar.

Fuera, susurraba la calle de una ciudad tranquila, excesivamente tranquila, desierta para lo que es un sábado en Pekín. Pero la visión de los paseantes refugiados tras las mascarillas blancas, el tráfico ligero, los restaurantes semivacíos, los autobuses sin viajeros, las colas en la estación de tren para comprar un billete con el que salir de la capital recordaban que Pekín vive en estos momentos muy lejos de la normalidad, pese a la calma que flota en las calles como el aire ya cálido de la primavera.

Clases suspendidas en los colegios y 1,7 millones de niños en casa, universidades cerradas, 4.000 personas puestas por las autoridades en cuarentena en sus viviendas, dos hospitales aislados hasta no se sabe cuándo, y el número de camas disponibles en los centros sanitarios ampliado a 1.800 ante la posibilidad de que se dispare la epidemia: son medidas que no se ven, pero que están en la cabeza de todos los pequineses.

Porque ahora casi toda la población está al corriente de lo que ocurre en la ciudad. Porque el virus está ahí, aunque no se sabe bien dónde, y el Gobierno ha decidido plantarle cara. China ha registrado hasta ahora 122 fallecidos y 2.753 infectados, de los que cuales han sido dados de alta 1.288.

El interés de los dirigentes chinos por luchar contra la neumonía, que está azotando las economías de todos los países de la región, quedó claro cuando, a finales de la semana pasada, Hu Jintato, secretario general del PCCh y presidente del país, decidió declararle la guerra sin cuartel. El pasado domingo, saltaron las primeras cifras cercanas a la realidad que había anunciado la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el número de personas infectadas: se revelaba que eran centenares y sin salir de Pekín. A partir de ahí, las decisiones se han multiplicado contra la progresión del virus y la infección de la economía.

Las autoridades han ido desgranando medidas drásticas conforme ha ido aumentando el número de enfermos en Pekín, a razón de un centenar por día. Si el pasado domingo, antes de la confesión del alcance de la crisis, eran 37 y los fallecidos, cuatro, ayer ascendieron a 988 y 48, respectivamente.

Un nuevo centenar se sumó a un balance que pesa en la conciencia colectiva de Pekín, donde miles de ciudadanos, inmigrantes, estudiantes, expatriados y turistas han decidido que la seguridad está allí donde no hay números. Y muchos se han ido a sus pueblos y ciudades de origen, como Shanghai, donde sólo hay dos casos confirmados, de momento.

"Cuesta creer que la situación en Shanghai sea ésta, cuando también tiene una gran población emigrante", dicen fuentes diplomáticas occidentales. "En cualquier caso, el momento delicado será cuando Pekín supere a Cantón".

La batalla del Gobierno está en marcha. Las campañas de limpieza, labores de desinfección, recomendaciones higiénicas, como lavarse a menudo las manos y la cara, o ventilar bien los locales y medios de transporte se han sumado a la creación de una red nacional para hacer frente a las emergencias sanitarias, con una inversión de 3.500 millones de yuanes (380 millones de euros). Además las autoridades han aprobado el envío de un cuarto grupo de inspectores a las provincias, para saber cuántos infectados hay entre sus 1.300 millones de habitantes.

La lucha contra la neumonía está ya dirigida por la viceprimera ministra Wu Yi, que ayer asumió la cartera Sanidad en sustitución de Zhang Wenkang, que al igual que el alcalde de Pekín ha sido destituido por no haber sabido gestionar la crisis. Wu, conocida como la dama de hierro, jugó un papel vital para lograr que China entrase en la Organización Mundial de Comercio.

Los ministros de sanidad asiáticos, reunidos en Kuala Lumpur (Malaisia), acordaron ayer un plan conjunto contra la neumonía asiática que incluye incrementar la inspección de los pasajeros en los aeropuertos de partida, prohibir viajar a quienes tengan síntomas de la enfermedad y exigir certificados médicos a los visitantes procedentes de países afectados.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de abril de 2003