Por mi profesión (licenciada en Farmacia) y por mis inquietudes profesionales, vengo observando desde hace varios años el estado lamentable y la degradación continuada que presentan las aguas de las playas de Aguadulce, especialmente en los periodos de máxima afluencia turística.
Está protocolarizado por la CE el procedimiento de toma de muestras de las aguas litorales, su método de análisis, los periodos en los que dichas muestras deben ser tomadas, etc. A la vista de los resultados obtenidos analíticamente, el consejero de Salud de la Junta de Andalucía tiene por deber informar públicamente del estado de las aguas.
Las normas de funcionamiento de EDA (Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales) establecen claramente que la capacidad de depuración tiene que ser superior a la necesidad de cualquier ciudad, tomándose el número de la población residente durante la semana de máxima población.
La depuradora de Aguadulce (dependiente del Ayuntamiento de Roquetas) fue construida hace muchos años y se encuentra totalmente obsoleta, siendo su capacidad de tratamiento muy inferior a las necesidades actuales.
Si atendemos a los informes oficiales emitidos periódicamente por el departamento de Salud, nos sorprende enormemente el que se nos diga que el estado de las aguas es excelente, mientras nuestros propios ojos nos demuestra lo contrario. Las tomas de muestras están a cargo de los inspectores farmacéuticos de cada distrito, no habiendo control alguno de si éstos siguen el procedimiento establecido por la normativa de la CE comentada anteriormente.
Se debería ser más estricto en esta labor y, además, se debería contemplar la actualización de la depuradora de Aguadulce a las necesidades reales o la construcción de una nueva planta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de abril de 2003