A Jesús Gil (Burgo de Osma, 69 años) le tocó vivir el centenario del Atlético de una manera ambigua. Aún al frente del club, como presidente y teórico dueño, pero con una sentencia condenatoria sobre la espalda, por apropiación indebida de las acciones y estafa, recurrida ante el Supremo, que amenaza con dejarle sin nada. Quizás por eso, el directivo más convulso del fútbol, que llegó a la presidencia de la institución en 1987, decidió dar un paso atrás en los actos de celebración y reconocer el protagonismo a la afición y a los jugadores con historia.
Pregunta. ¿Es más atlético el que nace que el que, como usted, se hace?
"He conseguido que la gente diga con orgullo 'soy del Atleti', cuando antes era un pecado"
"De los jugadores que he tenido me quedo con Futre. Por él arriesgué mi patrimonio como nadie"
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Respuesta. Igual el que nace tiene más ventaja. Yo me hice, sí. Hace 20 años. Se había concentrado el Atlético en el Club Náutico de los Ángeles de San Rafael [de su propiedad] y me marcó el estar al lado de Vicente Calderón [entonces presidente del club].
P. Sin entrar en cuestiones tangibles. ¿Ha dado usted más al Atlético de lo que el club le ha proporcionado?
R. Según se mire. Hay mucha gente que no quiere que se reconozca mi labor; dirán que me he beneficiado del Atlético. Asumí la presidencia del club en 1987, cuando estaba a punto de desaparecer; empecé a fichar jugadores y me hice cargo de la deuda. Y luego, cuando Marbella era un caos absoluto, formamos una asociación en la que, sí, yo era el único conocido. El pueblo pensó que podían aprovechar eso, que era conocido por el fútbol, para levantar la ciudad.
P. ¿Hasta qué punto un club es lo que es su presidente?
R. Ambas cosas han estado muy unidas: el Atlético y Gil. He sido un presidente muy personalista y muy directo y ha sido difícil disociar. Conseguí que la gente dijera con orgullo soy del Atleti cuando antes parecía un pecado. Supongo que esto surgió a partir de mi enfrentamiento con Ramón Mendoza [fallecido presidente del Real Madrid].
P. ¿Cuál cree que ha sido su gran obra como presidente?
R. Luchar por aquello que al público le cuesta más percibir, por cuestiones de cómo funciona el fútbol. El Atlético es el tercer equipo de España. Mientras el Madrid y el Barça son regionalistas, nosotros somos nacionalistas. Esto ha costado muchas horas de radio y de televisión porque siempre he ido contracorriente. Era alguien mimado por los medios porque creaba polémica y eso me ha terminado perjudicando. Si te roban un partido y luego otro y otro, tenía que protestar y no mostrarme dócil.
P. ¿Y su gran error?
R. Meterme en política.
P. ¿Cuál es su sueño incumplido en el Atlético?
R. Ganar la Copa de Europa. Después del doblete, es lo que siempre he soñado. Pero ahora es cada vez más difícil por la discriminación que existe. Al Madrid le dan todo, lo cual adultera la competición.
P. De los que ha tenido, ¿con qué jugador se queda?
R. Futre, quizás porque le traje sin ser presidente todavía. Nadie se ha preguntado qué hubiera pasado de no asumir la presidencia. Nadie ha arriesgado tanto su patrimonio como yo entonces, cuando Futre costaba más de 500 millones en aquella época.
P. ¿Con qué entrenador?
R. Con lo positivo de todos. El sábado estuve con Ivic y me reía con él al recordar que en una ocasión, después de un partido, se puso a tirar las botas por encima de los jugadores. Se reía el hombre.
P. Esa saludable retirada de los focos durante el centenario, ¿es una pose por la delicada situación judicial que usted atraviesa o es que realmente reconoce que el protagonismo le corresponde a otros?
R. Nunca he hecho nada por conveniencia. El protagonismo tiene que recaer en otros, sobre todo en la afición. Yo ya he sido protagonista mucho tiempo.
P. Si finalmente el Supremo confirma la sentencia que pesa sobre usted y pierde el club, ¿de qué equipo será?
R. Ser atlético es una condición que no se pierde nunca. Tengo una bandera del Atleti en casa y me enterrarán con ella.
P. ¿El resultado del sábado empañó la fiesta del Centenario?
R. Algo sí, desde luego. Mire, aquí hay una cuestión de profesionalidad. Todo el día estuvo la afición haciendo gala de una entrega ejemplar y eso parece que no importa a algunos futbolistas, que no les interesa. Fue duro ver a un Osasuna que se dejaba la piel para evitar el descenso y que nosotros mostrábamos indiferencia e impotencia. Bien es cierto que faltaron los porteros titulares y que Juanma hace lo que puede; tambièn que faltaron García Calvo y Torres, y que cuando se lesionó Luis García me temí lo peor. Pero no vale, fue duro ver la indiferencia de los que estaban.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de abril de 2003