Cuando decidí llevar a mis hijas a una escuela pública, lo hice por convicción, pero cada vez me cuesta más mantenerla. Nos faltan equipamientos, dinero y recursos para integrar los niños que vienen de otros países. Soy consciente de que el dinero público no se multiplica por arte de magia. Por eso no es difícil prever que si abren las dos líneas en centros concertados anunciadas por la Generalitat mientras hay muchas plazas libres en el resto de las escuelas de Tarragona, hay que repartir lo mismo entre más. No estoy en contra de las escuelas concertadas, tan sólo exijo que mis hijas reciban una educación con el mismo nivel de calidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de abril de 2003