Los psicólogos deportivos en busca de tema para una tesis tienen todo un universo de estudio en A Coruña. Allí encontrarán a un equipo de fútbol en el que los jugadores viven en un estado de motín permanente: unos se pelean con el entrenador, otros lo fustigan ante la prensa y alguno hasta se permite el lujo de dejarlo plantado. Así viene ocurriendo desde hace varias temporadas sin que nadie le ponga remedio. Hasta tal punto las refriegas internas se han convertido en una parte del paisaje en el Deportivo que el entrenador y los futbolistas lo han acabado asumiendo con cierta naturalidad. Y el resultado es asombroso: el equipo se mantiene un año tras otro entre los mejores de la Liga, mientras la socorrida metáfora del polvorín a punto de estallar nunca acaba de ser cierta.
El caso de Donato pareció tomar ayer ese camino después de que el futbolista se entrevistase con el entrenador y pidiese disculpas públicamente por su espantada. "Sufrí un calentón", se excusó el veteranísimo defensa brasileño, "y pensé que no estaba en condiciones psicológicas de viajar". Con todo, es muy probable que la carrera de Donato en el Deportivo se acabe el próximo junio. Él mismo lo insinuó ayer, mientras el club le abría el rutinario expediente deoficio. Javier Irureta, sin embargo, el técnico cuya capacidad para encajar los golpes parecía agotada hace tres meses, se plantea ahora continuar otra temporada en el club ante la insistencia del presidente, Augusto César Lendoiro.
Áspero y furioso
Áspero y furioso como pocas veces, Irureta se sacudió de encima a los periodistas que el pasado sábado trataban de buscar una explicación a la ausencia de Donato en el viaje a Mallorca. El ya cuarentón defensa brasileño había plantado al equipo al sospechar que no jugaría de inicio en Son Moix. Otro dolor de cabeza para Irureta, que dos días antes ya se había desayunado con el anuncio de su goleador, Makaay, de que dejará el Depor al finalizar su contrato, el próximo año, descontento con el club por no mejorarle el salario.
La frecuencia con que se han sucedido episodios como ésos parecía haber quebrado la resistencia de Irureta, que a principios de año empezó a insinuar que ésta podría ser la última de sus cinco temporadas en A Coruña. Pero, desde entonces, Lendoiro le ha insistido en que desea seguir contando con él. Y aunque el técnico mantiene la intriga sobre el asunto, desde su entorno empieza a llegar el mensaje de que está meditando aceptar las ofertas del presidente. Ahora mismo, no hay en España ninguna vacante en un banquillo a la altura de su historial y su cotización. La eterna ilusión de entrenar al Atlético de Madrid no la podrá cumplir hasta que se vaya su amigo Luis Aragonés. La selección, otra de sus ambiciones, está cubierta al menos hasta la próxima Eurocopa. Le quedaría la opción del extranjero, de donde ha recibido una oferta importante, pero la idea de hacerse emigrante no le seduce.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de abril de 2003