Ana es una de tantas mujeres trabajadoras, hija, esposa, compañera, amiga y madre. Además, Ana es concejal de un partido no nacionalista en un Ayuntamiento de la Comunidad Autónoma Vasca, y solamente por eso ETA le ha puesto una diana en la espalda.
Ana ha sufrido pintadas amenazadoras en la puerta de su casa, ha sufrido acoso telefónico y se ve obligada a cambiar continuamente de horarios y costumbres para distraer a sus perseguidores. Afortunadamente, Ana ve protegida su vida por sus guardaespaldas que, a modo de ángeles de la guarda, velan por su vida y su integridad física.
La cuestión es que desde hace varios años, Ana no puede tener un horario laboral regular, no puede ir a ver a su abuela los domingos, no puede salir a cenar con su marido los viernes, no puede venir a las reuniones de amigas de los jueves, ni puede llevar a sus hijos por la mañana al colegio.
No puedo dejar de pensar que, pese al sufrimiento, al seguir presentándose a las elecciones, Ana hace posible que opciones políticas democráticas muy importantes de nuestra sociedad puedan ser votadas. Que, gracias a que vence el miedo, Ana nos hace a todos más libres. Gracias a ella y sus compañeros y compañeras de los partidos políticos amenazados por ETA que se presentan a las elecciones, el derecho de sufragio es una realidad. Y porque quiero que Ana y todas las personas amenazadas sientan apoyo, solidaridad y el mayor agradecimiento por la apuesta tan fuerte que están haciendo por la democracia, pienso ir hoy martes, 29 de Abril a Durango, al acto convocado por Gesto por la Paz en el pórtico de la iglesia de Santa María a las 19.30, en agradecimiento a todas estas personas que de forma altruista se ofrecen a representarnos a pesar del coste personal tan alto que supone para ellos, su familia y su entorno más cercano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de abril de 2003