Aproximadamente en este país un 1% de la población padece o padecerá a lo largo de su vida un trastorno psicótico o brote esquizofrénico. Algunos no serán diagnosticados, pero sucederán. Esto supone una cifra en torno a 400.000 personas.
Es una enfermedad dura para el que la sufre y para aquellos que le rodean. Pero no por eso es insuperable. De hecho, del total de casos tratados, un tercio de ellos podrá llevar una vida normal, otro tercio estará a caballo entre salud y recaídas, y, lamentablemente, el último tercio no conseguirá reponerse. Todo esto en mayor o menor medida, ya que no hablamos de una patología idéntica en todos los casos, sino que cada uno presenta una evolución clínica particular en función
del entorno y del seguimiento médico.
Lo que pido en esta carta es información, veraz y creíble, información seria y rigurosa, que no suponga la estigmatización de la población afectada cada vez que un titular o un reportaje televisivo aborde (siempre por motivos desgraciados) estos temas.
Porque, en definitiva, no son sino piedras en el camino de aquellos (asociaciones, médicos, familiares y el propio enfermo) que luchan por llevar una vida digna y merecedora de dicho nombre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 30 de abril de 2003