Al menos 150 personas murieron ayer a causa de un terremoto de 6,4 grados en la escala de Richter que afectó a la región kurda de Bignol, en el este de Turquía. Entre 150 y 200 personas permanecían atrapadas entre los escombros de los edificios derruidos, entre ellos más de 100 niños de un internado. El seísmo, que duró 17 segundos, puso en evidencia las deficiencias de muchas construcciones que no respetan las normas antisísmicas. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, afirmó desde el lugar de la catástrofe que se efectuará una investigación.
Los equipos de rescate se afanaban anoche en una lucha contra el reloj en el lugar donde se desplomaron los cuatro pisos de un internado en la localidad de Celtiksuyu, al este de Turquía (una región montañosa en la que predomina la población kurda). En escuela permanecían atrapados alrededor de 100 niños, que dormían cuando se produjo el seísmo a las 3,37 de la madrugada (1,37 hora peninsular española).
Desde el interior se escuchaban anoche los gritos de auxilio y las fuerzas de seguridad debían contener a los padres, que intentaban acercarse a la zona. Un total de 198 alumnos se hallaban en el edificio en el momento del seísmo. El coronel Ata Kalkan, que dirige la operación, informó anoche de que se habían sacado en las últimas horas otros 12 cuerpos de niños y el de un maestro, con lo que la cifra de fallecidos se eleva 38; otros 72 han sido rescatados con vida.
"No entiendo qué pasó. Vi el techo cayendo sobre mí", aseguró Mustafá Gunala, de 11 años, a la agencia turca Anatolia. "Mis amigos me pedían ayuda mientras [los equipos de rescate] me sacaban. Ellos todavía están allí dentro. Sálvenlos", pidió Veysel Dagdeviren, de 12 años. "El establo que construí no se hundió, pero la escuela, sí", afirmó Abdulá, el padre de Gunala. "Nadie aprende sus lecciones", dijo un residente, que calificó la escuela como una "construcción terrible". El edificio, construido en 1998, no respetaba las normas antisísmicas en un país que ha sufrido numerosos terremotos, dos de los cuales causaron en 1999 más de 17.000 muertos. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, de visita en la zona, prometió adoptar medidas: "Los responsables serán llevados ante la justicia y se abrirá una investigación".
La Media Luna Roja ha enviado a la remota región turca equipos médicos y parte de los suministros almacenados en Silopi, en la frontera con Irak, que estaban preparados para asistir a los posibles refugiados durante la guerra contra ese país. Diversos países europeos han ofrecido ayuda a Turquía para paliar las consecuencias de la catástrofe, entre ellos Francia y Alemania, cuyo ministro de Exteriores, Joschka Fischer, propuso ayer el envío de equipos especializados acompañados de perros adiestrados en la recuperación de supervivientes.
La ciudad de Bingol, de 65.000 habitantes, es la capital de una región especialmente afectada por los movimientos sísmicos; en 1971, sufrió uno que causó 995 muertos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de mayo de 2003