La consejera de Economía de la Junta de Andalucía, Magdalena Álvarez, en la comisión parlamentaria que se ha celebrado esta semana ha dado a conocer las retribuciones del equipo directivo de Cajasur. Unas retribuciones que, entre pitos y flautas, que es lo mismo que entre sueldos, incentivos y dietas, han rondando los 80 millones de pesetas al año para el presidente Castillejo, y un canónigo más.
Lo cierto es que el cobro de esta pasta o panoja -como la llamaría un amigo- no constituye ninguna sorpresa. El cirio que hay montado en Cajasur, como consecuencia de la póliza de su presidente; las amenazas de la caja para que esta comparecencia no tuviera lugar y la inasistencia del grupo parlamentario PP-A, ya advertían de lo que se iba a conocer.
Sin embargo, estas cantidades, aún siendo importantes, no darían mucho más que hablar. Las cifras que se barajan por los equipos directivos de entidades bancarias, y multinacionales, no tienen nada que envidiar a las de los directivos de esta caja. Claro que, mientras en estos equipos directivos pueden tener justificación pues corresponden a una actividad que repercute en la sociedad que representan, en Cajasur no parece que sea así. El cobro por asistir a actos religiosos, inauguraciones y conciertos no es una actividad mercantil ni benéfica. Menos aún cuando uno de estos directivos ha cobrado 472 dietas en un año -más de una por día- y a razón de 40.000 por cada acto. Una situación que exige transparencia, sin que quepa esconderse en advertencias o amenazas que no sirven para nada, ya que estos dineros corresponden al año 2001. Un año, en el que a la caja cordobesa aún no se la habían llevado a Madrid.
Y una situación, además, que exige del PP-A un posicionamiento distinto, de forma que asista a las comparecencias parlamentarias para que pueda darse por enterado de cómo se lo cobran algunos de Cajasur. Lo contrario sólo beneficia a quienes así se lo curran y les permite continuar con estos privilegios, y, sin duda, facilita que la caja pueda retirar su apoyo económico a programas de ayuda a mujeres andaluzas maltratadas, como ha sucedido esta semana con la complicidad silenciosa de este PP-A, que sigue sin enterarse que la A quiere decir de Andalucía, y no de Castillejo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de mayo de 2003