"Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo ¿viste?". Astor Piazzolla hizo la música y el poeta Horacio Ferrer la letra de la Balada para un loco, ese tango arrasador cuyas palabras, cantadas por Amelita Baltar, resuenan en la cabeza: "Quiéreme así 'piantao', 'piantao', 'piantao'...". "Finalmente, buenas noches, Madrid". Hacía tantos años que quería decirlo que le pudo la emoción. Amelita Baltar actuaba por primera vez en la villa. "No hagan cálculos, no se esfuercen, tengo 62 años", confesó. Si el repertorio es de Piazzolla y, además, se le añade algo de Contursi y Discépolo -ella dice "un Discépolo", como quien se refiere a un Picasso o un Van Gogh- ya se tiene medio camino andado.
Amelita Baltar
Amelita Baltar (voz), José Reinoso (piano), Olvido Lanza (violín), Marcelo Mercadante (bandoneón) y Andrés Serafini (contrabajo). Teatro Albéniz. Madrid, 2 de mayo.
El resto lo puso Amelita Baltar, una de esas minas que sangran tango, con su voz visceral de mezzosoprano, voz de trasnoche y tono dramático. La presentan como musa de Piazzolla, del que fue mujer casi siete años. Cantó viejos tangos como Grisel -triste historia de amor con final feliz en la vida real- y contó que Piazzolla y Ferrer estrenaron en 1969 El gordo triste, homenaje al gran Aníbal Troilo. Recordó que éste estaba en las primeras filas del teatro, emocionado. Obvió decir que era ella quien cantaba.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de mayo de 2003