En las calles de Guitiriz, Mondoñedo y Fonsagrada, del barrio de San José de Valderas, en Alcorcón, han sido cortados por el Ayuntamiento todos los árboles, algunos de los cuales superaban los treinta años y no tenían ninguna enfermedad o problema que justificara este absurdo y grave atentado ecológico.
Estos familiares seres vivos, que durante tanto tiempo han sido referencias naturales y afectivas del paisaje urbano de Valderas, eran de varias especies como olmo, morera y catalpa, cuyos hermosos y diferentes aspectos creaban atractivos contrastes de coloridos y formas a lo largo de las estaciones, sirviendo como refugio a los pájaros y acogedora presencia natural, sombra y perfume para las personas.
En el mismo lugar han sido plantados arbolitos de una sola especie, el aligustre, un vegetal de pequeño tamaño, copa reducida y esférica que al parecer cumple con los cánones estéticos y disciplinarios de la Concejalía de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Alcorcón, una institución pública que cuida el medio ambiente del municipio talando sistemáticamente árboles sanos de porte considerable.
Cuando estas personas se encontraban en la oposición municipal durante el año 1993 proclamaban desde su boletín informativo "no a la tala indiscriminada de árboles", refiriéndose a un suceso acaecido en la calle de Cáceres, apostillando con un "hay muchas zonas de Alcorcón que tan sólo cuentan con un grupo de árboles como fuente de oxigenación. Esto hay que cuidarlo y protegerlo, intentando hacer compatible las necesarias obras de reforma y reordenamiento de calles con la protección de nuestro patrimonio verde".
Asimismo, queremos expresar nuestro rechazo a la masiva plantación de césped con una actitud insolidaria y anticuada por parte de una concejalía que ha arrancado cientos de plantas aromáticas del premiado proyecto Espacios Interbloques de San José de Valderas en 1998, donde la jardinería ecológica con especies propias y de bajo consumo de agua algo tendría que ver con dicha mención que ahora ha sido convertida en polvo.
Finalmente insistir en el deber institucional y moral de la Concejalía de Medio Ambiente que, como tal, tiene que defender el único espacio natural del municipio, la histórica Venta la Rubia, patrimonio cultural y ecológico de toda una sociedad puesto a la venta por sus supuestos responsables y albaceas.
No a la tala indiscriminada de árboles; no al robo del medio afectivo, cultural y ecológico en el que intentamos vivir, y no a quienes pretenden crear ciudades uniformadas, municipios-consumo, sociedades de pensamiento único.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de mayo de 2003