Doña Ana Botella debería saber que una señora como Dios manda no puede cruzar las piernas en una audiencia con el Papa. ¡Demonios! ¿En qué colegio recibió su educación?
¡Tenga la humildad de bajarse de su pedestal de señora importante autosatisfecha y aprenda alguna vez un poco de protocolo!
Y no lo digo por beatería, sino por la vergüenza ajena que producen sus meteduras de pata protocolarias y por el respeto que se debe a cualquier persona ya anciana, aunque no sea un personaje.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de mayo de 2003