La baja de Raúl, unida a una tendencia a lo que parecen extravagancias creativas por parte de Vicente del Bosque, repentinos sobresaltos en la alineación, han dado en el plazo de 15 días con Morientes en el equipo titular del Madrid. ¿Por qué, cuando todas las especulaciones señalaban que jugaría Flavio o McManaman, el técnico eligió sumar un delantero al que no le daba la titularidad desde hacía casi un año? Del Bosque no quiso explicarlo. "Yo tengo más tiempo para pensar en las alineaciones que un periodista", dijo, después del partido.
"Me ha cogido por sorpresa", declaró Morientes; "no me lo esperaba. El técnico se lo ha guardado hasta el final, aunque oí un rumorcillo".
El delantero confesó su falta de ritmo antes de augurar un buen desenlace de la eliminatoria: "He hecho lo que he podido, teniendo en cuenta que hacía muchísimo tiempo que no jugaba más de 60 minutos. Me ha faltado un poquito de chispa, por la falta de rodaje, y lo he echado de menos. Ha sido difícil porque sus defensas están muy fuertes y se cierran mucho. Pero estamos tranquilos porque sabemos que en Turín vamos a marcar algún gol".
Justo en la noche más importante de la campaña, Del Bosque sacó del arcón al jugador más defenestrado de su plantilla, al menos en términos políticos. A principios de temporada eran pocos los que querían a Morientes en el club, exceptuando a sus amigos del vestuario, Hierro, Raúl y Guti a la cabeza. Hace nueve meses, el presidente, Florentino Pérez, intentó en vano venderlo al Inter o al Barcelona. En este tiempo Morientes no ha jugado apenas. Se ha enfrentado al cuerpo técnico negándose a saltar al campo unos minutos, los últimos, contra el Borussia. No ha marcado ningún gol hasta bien entrado abril, cuando anotó ante el Rayo (dos), el Sevilla (uno), y Ecuador (dos), ya con la selección.
Morientes lleva menos minutos jugados que Miñambres y Portillo. Enfilaba una temporada descreído, sin esperar más minutos de los pocos que le daban en los tramos finales. Así, hasta que una apendicitis mandó a Raúl al hospital y Del Bosque le dio el espaldarazo.
Del Bosque debió de coger por sorpresa a su homólogo, Marcello Lippi. El entrenador salmantino dejó en el banco a McManaman para poner un delantero más en la alineación. Tal vez para romper una defensa superpoblada, quizá en la expectativa de que al Juventus no habría que contenerlo en el medio campo, hurgó entre sus hombres y escogió al menos pensado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de mayo de 2003