Luis Aragonés era el hombre, decía Gil. Pero ya no. Luis fue "el hombre" hace dos años renunciando a dinero, a bastante dinero, por ejemplo, del Valencia. Y consiguió el objetivo: el Atlético subió a Primera. Pero ya no lo es y su tormentosa quinta etapa en el club del Manzanares acabará con otro portazo más. Y es que la era Luis ha terminado. A la tercera, fue la vencida. "El objetivo es la permanencia", decía Luis; "esto es un orgasmo", decía Gil- antes de cumplirse diez jornadas. Luego, en enero, tras una racha negativa culminada con una derrota en Villarreal, Gil soltó la lengua para insultar gravemente a tres jugadores -Carreras, Otero y Santi-. A los dos días, Luis Aragonés, en Jerez, repetía como un mantra en el vestíbulo de un hotel: "Me la han jugado y me voy". El técnico pensaba que los Gil habían tenido conversaciones con otros técnicos. Luis se reunió con Gil, pero el dinero evitó su marcha.
Dos meses después, Paulo Futre, el director deportivo, sería el destituido. Luego llegaron nuevas derrotas, el desastre del día del centenario, y la última explosión de Gil. Luis Aragonés volvió a estar fuera -el presidente le desafió con una inequívoca referencia: "si defiende a los jugadores, es cómplice del desastre"-, pero el dinero evitó finalmente su salida.
Ahora empiezan a sonar las voces que airean la mercancía, un nuevo técnico para los rojiblancos, como si fuera un confuso mercado de abastos. Tan confuso que Gil maneja su propio listín telefónico, su hijo, el suyo, y Toni Muñoz, el director deportivo, que se sepa, no maneja ninguno.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 8 de mayo de 2003