Pese a la postura del Valencia, que pretendía dar el tema por zanjado, el argentino Kily González compareció ayer ante la prensa tras ser apartado cinco días por el técnico, Rafa Benítez, por no cumplir los horarios de su recuperación. Eso sí, apenas admitió que le hicieran preguntas. Y fue muy comedido. "Fue un malentendido con el cuerpo médico. Lo que me molesta es esa fama de problemático que tengo, que es falsa. Me pueden decir que soy un chulo, pero nunca he sido un jugador indisciplinado. Soy un tipo sanguíneo que no actúa con premeditación. Si esperan que abrace a Benítez ante todos para mostrar que la relación es de puta madre, no será así", dijo González, que ayer se reincorporó al grupo.
Kily se reunió con el entrenador, el consejero delegado, Manuel Llorente, y el director deportivo, Jesús García Pitarch. "Me he desahogado. Hemos hablado de frente y he aclarado algunas cosas. Yo respeto al entrenador y él me respeta a mí, pero en determinados asuntos no coincidimos. No tengo nada contra él, sólo he dicho lo que consideraba injusto", añadió.
El portero Cañizares, por su parte, declaró: "Todo se ha desmadrado. Si quieren sacar las cosas de quicio, aquí hay comida para buitres". Se refería, entre otros, al candidato a la presidencia del club, Paco Roig, quien afirmó que algunos jugadores frecuentan las discotecas del presidente, Jaime Ortí. "Echar la culpa de que vamos quintos en la Liga porque un jugador se haya tomado alguna vez una copa parece desproporcionado y sin sentido", añadió el portero internacional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de mayo de 2003